viernes, 29 de octubre de 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

Casablanca y Mogambo, dos poemas de David Jou.

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Casablanca
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La niebla, el marido, el avión: ¡qué triple lejanía nos separa!

¡Otra vez la soledad amarga!
Ella se ha marchado.
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Volver al esmóquing blanco, al club nocturno,
a la mirada fría y al aspecto taciturno:
¿qué más me queda?
Y tratar de ocultar al enamorado
que desde hace tanto tiempo habita en mí
-bien lo saben el whisky y la ginebra.
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Y seguir,
hacerme fuerte y desdeñoso para resistir
muchos años más, quizás,este exilio de mi patria:
el amor de ella.
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Oh pianista, volverás,
alguna noche de feliz estrella,
a anunciarme su llegada una vez más?
Será tarde, demasiado tarde:
los maridos se eternizan, las mujeres envejecen
y los enamorados quedamos en un raro mundo aparte
donde el paraíso -qué cruel- es sólo el peso
de recordar París y un beso, sólo un beso.
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Mogambo
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Seré imparcial como un tigre: las dos me caen bien
-carne de primera-
pero el cuerpo de una de ellas
ha sido más trabajado por la intemperie del placer,
más penetrado por las estacas de la luna,
más endurecido por las lágrimas ocultas,
y se ha vuelto
desdeñosamente felino.
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La otra, en cambio, todavía se sorprende,
me halaga con su mirada,
como si viera en mí un ídolo primitivo,
irascible y tosco pero valiente y sabio;
cuando la toco, cree que soy de fuego
y quisiera volverse madera para arder.
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Cuando toco a la otra, en cambio,
me confunde con la brisa y los insectos.
¡Hala, pues!:
¿a quién queréis que escoja sino a aquella
que me hace sentir grande como el misterio de la selva?
¿Por qué a la otra, a la más dura que yo?
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Pero, bien pensado, quizás sí.
Aquélla me arrancaría de mí,
querría llevárseme de Africa
y enterrarme en bienestar y melancolía.
La otra, en cambio, se quedaría:
¡ah, safari en la sabana cada día
y cada noche jugar a devorarnos!
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Los ojos del halcón maltés. Poemas sobre cine.
David Jou
El Ciervo
Colección El hombre sentado
Barcelona
2002
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martes, 26 de octubre de 2010

Honrado Ciudadano de Occidente. Viaje al fascismo made in USA.


Ciudadano Bob Roberts (Tim Robbins, 1992)
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-- Kelly Noble: He de decirle que no me gusta su música, la encuentro ofensiva. No le votaría ni aunque mi vida dependiera de ello.
Buenos días Filadelfia. Hoy nos acompaña Bob Roberts, candidato al Senado por Pensilvania cantante folk. Nuestros televidentes tienen curiosidad por saber dónde empezó todo.
-- Bob Roberts: ¿Dónde empezó el qué?
-- Kelly Noble: ¿Empezó en una casita colonial con la mamá en su vestido almidonado y el papá con su traje a rayas?
-- Bob Roberts: ¿Se refiere a mi educación?
-- Kelly Noble: Sí.
-- Bob Roberts: He venido a hablar de otros asuntos, pero satisfaré su curiosidad. Nací y crecí en el seno de una familia de clase media, cerca de la capital del amor fraternal, Filadelfia. Mi padre era cocinero y mi madre pacifista. No tengo hermanos. Haga sus juicios si lo considera oportuno.
Creo que los 60 fueron una oscura mancha en la Historia de América. En aquel momento la anarquía y la inmoralidad camparon a sus anchas.
-- Kelly Noble: ¿Se refiere al Watergate y a la invasión de Camboya?
-- Bob Roberts: No, claro que no, me refiero a ustedes, a la anarquía y a la inmoralidad en el consumo de drogas y en las prácticas sexuales.
-- Kelly Noble: ¿Cómo dice?
-- Bob Roberts: Al desprecio en la prensa por las sagradas instituciones que han hecho de este país lo que es hoy en día.
-- Kelly Noble: ¿La protesta social es incompatible con nuestras leyes e instituciones?
-- Bob Roberts: Por supuesto.
--Kelly Noble: ¿Aunque esté garantizada por la Constitución?
-- Bob Roberts: También lo está quemar la bandera, ¿algo más?
-- Kelly Noble: ¡Claro que hay algo más! ¿Quiere que pensemos que Bob Roberts quiere una América obediente y silenciosa que acate todos los actos del Presidente por muy inmorales o ilegales que sean?
-- Bob Roberts: ¿Es usted comunista?
-- Kelly Noble: ¿Cómo dice?
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sábado, 23 de octubre de 2010

Cuatro carteles promocionales del Black Swan de Aronofsky y Portman.

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Black Swan es la última película del imprevisible Darren Aronofsky. El director de Pi (1998), Réquiem por un sueño (2000), La fuente de la vida (2006) y El luchador (2008) inauguró con este film la recientemente finalizada Mostra de Venecia. Allí se llevó de la crítica aplausos y palos a partes iguales, incluso por parte de un mismo crítico. Entre los adjetivos con que fue calificada Black Swan: desconcertante, arriesgada, enfermiza, obsesiva, descontrolada, esquizofrénica, deslumbrante, efectista ... En lo que sí coincidieron todos fue en la gran interpretación de una estelar Natalie Portman.

Como las leyes de la distribución cinematográfica son misteriosas e inescrutables, no sabemos cuando se estrenará la película, si en lo que queda de año, el próximo, el otro, o si realmente se estrenará en España. De momento, y para hacer boca, os dejo unos bonitos carteles promocionales de estilo art decó:






miércoles, 20 de octubre de 2010

Remake (Roger Gual, 2005).



Remake es el primer film dirigido en solitario por el barcelonés Roger Gual tras firmar Smoking Room (2002) en co-dirección con Julio Wallovits. Remake es una película del género reencuentro como podrían serlo la misma Reencuentro (Lawrence Kasdan, 1983), Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992) o Beautiful Girls (Ted Demme, 1996). Pero a diferencia de éstas, en las que los personajes redimen sus errores pretéritos, la sensación que deja el visionado de Remake es bastante demoledora.

Un grupo de ex-hippies reconvertidos en acomodados burgueses, ya superada la cincuentena, se vuelven a reunir en la masía donde formaron una comuna hippy en los 70, invitados un fin de semana con sus hijos -veinteañeros desorientados- , por Max, el único que ha permanecido allí fiel a sus principios. Pero ese encuentro solamente confirma la distancia que les separa de lo que fueron y el fracaso vital en el que sobreviven. Son seres enfrentados consigo mismos y también entre ellos en ese breve espacio de tiempo en que conviven en la casa de campo. Son gente que en su día escogió vivir de otra manera, más por ir a la contra que por unas claras convicciones. Y se montaron en el campo una vida paralela, con otros valores y otra forma de entender el mundo. O eso creían ellos.

El director catalán intenta, a través de este grupo de personas, y a través de sus hijos, explicar qué ha pasado entre estas dos generaciones, hablar de una generación que ha acabado traicionando aquellos valores; y hablar también de la generación de sus hijos, totalmente perdidos, y empeñados en echarles en cara sus errores y contradicciones. En el fondo Roger Gual está hablando de una crisis de valores inmersa en un clásico conflicto generacional. Para el realizador catalán nadie tiene la razón. Ni los mayores son peores personas por no haber conseguido cambiar el mundo y haber acabado presos de sus contradicciones, ni los jóvenes son mejores, perdidos en su mundo inmaduro de eternos adolescentes con unos valores que son más pose que otra cosa.

Remake va sobre la soledad y sobre la familia. Todos en el fondo somos, cada vez más, seres solitarios en esta sociedad de consumo en la que la convivencia resulta tan difícil. Al intentar cambiar el concepto y los valores de la familia tradicional, yendo contra lo establecido se llega muchas veces a la pura contradicción de repetir ese mismo modelo y fracasar al caer en los mismos errores que se critican.

La película tiene algo de autobiográfico y puede que también tenga algo de ajuste de cuentas, aunque Roger Gual no dé pistas sobre ello. Él vivió cuando tenía cinco años en una comuna hippy con su madre, pero afirma que sus recuerdos son escasos y que sólo lo utilizó como escusa argumental para hablar de convivencia, egoismo, conflicto generacional, formas de ver la vida...

El método de trabajo incluyó una semana de ensayos y de convivencia en la masía. El guión, obra de Roger Gual y Javier Calvo, muy trabajado, fue la base para que, una vez totalmente dominado por los actores, éstos lo hicieran suyo, se apropiaran de él y le aportaran su propia personalidad. Y es que el método de rodaje de Gual da prevalencia total a los actores, de los que busca extraer la naturalidad del fluir cotidiano de la vida. Para ello filma secuencias enteras de un tirón con más de una cámara y luego construye la película en la sala de montaje. El cine del director de Smoking Room se apoya en la palabra. Sus personajes no paran de hablar, son incapaces de permanecer en silencio. Pero esa verborrea nunca resulta forzada. Y ahí están un excelente grupo de actores, tanto los mayores, Juan Diego, Eusebio Poncela, Silvia Munt, como los hijos, Marta Etura, Alex Brendemühl, Gustavo Salmerón.

Remake es un reencuentro que no tiene nada de redentor. El poso final que deja este drama coral sobre la reunión de un grupo de antiguos amigos y sus hijos es el de la amargura. Gual no juzga a sus personajes, pero tampoco se compadece de ellos.
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domingo, 17 de octubre de 2010

La música del azar: Imelda May, "Johnny Got a Boom Boom".

Imelda May es una cantante irlandesa a la que le gusta jugar con la imagen. Su estilo, en el que caben una relectura del rockabilly, el blues o las torch songs jazzísticas, luce perfecto con su peinado de bucle imposible, sus vestidos de tigresa, sus labios de rojísimo carmín y una voz potente que triunfa con estilos puramente americanos.

La cantante dublinesa comenzó su carrera en el grupo swing Blue Harlem. Antes había cantado en el coro de la iglesia y había hecho voces para anuncios. "Love Tattoo" es su primer disco y en él ha compuesto casi todas las canciones. "Johnny Got a Boom Boom" es un trepidante y trotón rockabilly con el que no puedes quedarte quieto. Un tema muy rítmico y vitaminado, propulsado por un poderoso contrabajo sobre el que cabalga la voz rasposa de Imelda May.

martes, 12 de octubre de 2010

Ojos negros (Nikita Mikhalkov, 1987).

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Cuando era niño, Romano (Marcello Mastroianni) se tapaba los oidos para no escuchar la nana que su madre le cantaba para que se durmiera. Temía que al dormir iba a perderse las cosas mas maravillosas que iban a suceder.
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Ojos negros es una tragicomedia que cuenta la historia de un hombre que vive instalado en la mentira y es incapaz de salir de ella. Así, retrasa su vida, olvidando que sólo se vive una vez, y en un momento clave, cuando su felicidad depende de su capacidad de ser honesto consigo mismo y decir lo que piensa, cuando parece que va a dar el paso que le haga ser dueño de su vida, duda, le traiciona su cobardía, se repliega sobre sí mismo y prefiere seguir anclado en la rutina.
Nikita Mikhalkov se inspira en tres obras cortas de Chejov con el propósito de crear un ambiente chejoviano, ser más fiel al espíritu que a la letra del escritor ruso. El cineasta se sirve de los relatos del escritor para, aplicándoles unas gotas de humor y otras de drama, contar una historia de amores truncados, ilusiones perdidas, fracasos vitales, y de la evocación y la memoria herida.
La película relata en primera persona, mediante el uso de un efectivo flashback -Romano explica la historia de su vida al turista ruso- la historia de amor tan leve como intensa de dos amantes perdidos en su propia fragilidad. La estructura argumental de Ojos negros es susceptible de ser dividida en cuatro actos:
--- El 1º acontece en la lujosa casa de Romano donde vive con su mujer (Silvana Mangano). El personaje que interpreta Mastroianni deambula por ese ostentoso paisaje como si fuera el invitado que nadie desea. A Mikhalkov en este segmento, se le notan, a veces en demasía las costuras viscontinianas.
--- Un balneario termal al que acude Romano es el siguiente escenario. Allí conocerá a la dama del perrito, la rusa Anna (una frágil Elena Sofonova) y se enamorarán. Aquí es Fellini el que parece inspirar al cineasta ruso en escenas como la de la carrera de sillas de ruedas o la del recital de ópera en los jardines del balneario.
--- En el tercer acto Romano viaja a Rusia con el pretexto de conseguir financiación para instalar allí una fabrica de vidrio. El verdadero objetivo es volver a ver a Anna, que está casada, para declararle su amor y decirle estar dispuesto a dejarlo todo por ella. En esta parte abunda el humor, grotesco en ocasiones, que nace sobre todo de la falta de comunicación que provoca la barrera del idioma.
--- Finalmente, en la última sección, la más breve, Romano regresa a Italia para pedir el divorcio a su esposa y poder reunirse con Anna. Pero ...
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Mikhalkov opone al drama, que nunca llega a estallar, un tono de melancolía pegadiza, a la tristeza implícita de la narración, una alegre levedad, para evocar en última instancia, algo tan duro como el fracaso vital de un hombre que ha amado pero no ha sabido entregarse. Y ese hombre, Romano, no podría ser otro que un soberbio Marcello Mastroianni. El gran actor italiano crea un personaje inolvidable, que a pesar de resultar patético y hasta ridículo, inmaduro y frágil, mentiroso, consigue conquistarnos como conquista a Anna, por esa manera casi infantil de afrontar la vida. esa forma de utilizar la palabra como instrumento de seducción.
Para acabar, señalar dos aspectos que restan a Ojos negros, que le bajan la nota y que chirrían cada vez que la veo:
- La música excesiva de Francis Lai, que parece haberse equivocado de película. No sólo eso, hay veces en que la magia de algunas secuencias se ve enturbiada por los sones del susodicho Lai.
- (SPOILER) No me gusta el plano final, me parece que sobra. Es evidente que la mujer con la que se ha casado el viajero ruso es Anna. Mikhalkov nos lo ha descubierto con la utilización de los reflejos del sol en los pendientes. Entonces, ¿para qué el subrayado totalmente innecesario del ralentí que nos muestra el rostro de ella en el plano que cierra la película?.
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domingo, 10 de octubre de 2010

Miradas: Yul Brynner, fotógrafo.



Para mí, Yul Brynner era aquel exótico pistolero calvo, vestido de negro y de pocas palabras, uno de Los siete magníficos, que tanto me impresionó cuando ví la película de niño en una Sesión de tarde de TVE. Entonces no sabía que aquel film se basaba en Los siete samurais de Akira Kurosawa. Pero daba igual, tampoco sabía quien era Kurosawa. Ni que aquella música que quedó para siempre en mi memoria, era obra de Elmer Bernstein y que sería imitada posteriormente en infinidad de westerns. Ni siquiera podía imaginar que Yul no era calvo realmente, sino que se rapaba la cabeza. Ni que su verdadero nombre era Yuli Borisovich y que había nacido en Vladivostok, en la lejana Siberia. Tampoco sabía de su afición por la fotografía. De eso me enteré hace poco. Supe que Yul Brynner se paseaba por los platós con su cámara siempre preparada para captar los momentos cotidianos en el set de rodaje, aprovechándose de su condición de actor. Era un apasionado de la fotografía y tenía buen ojo para los encuadres. Aquí os dejo una muestra:



























más fotografías de Yul Brynner aquí



miércoles, 6 de octubre de 2010

Enamorarse un poco.


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  • Eduard Fernández: Yo no sé hacer estas cosas. Pero ayer... Me sabe mal ...

  • Montse Germán: Me iba con un agujero aquí.

  • Eduard Fernández: Me ha gustado mucho conocerte. Y todos estos días...

  • Montse Germán: Nos hemos enamorado un poco, ¿no?

  • Eduard Fernández: Un poco, sí... No he sabido cómo...

  • Montse Germán: Yo tampoco.

  • Eduard Fernández: Me hubiera gustado mucho ...

  • Montse Germán: Y a mí... Pero tú eres así... Y yo ahora estoy haciendo bien las cosas. Está bien enamorarse de alguien de vez en cuando, ¿no?. Sino, ¿qué?

  • Eduard Fernández: Voy a darte un beso.

  • Montse Germán: Vale.

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lunes, 4 de octubre de 2010

La música del azar: Belle & Sebastian, "Like Dylan in the Movies".

If You're Feeling Sinister (1996) fue el segundo trabajo en la discografía de Belle & Sebastian, un disco redondo, en el que es difícil elegir una canción porque está tocado con la varita de la genialidad. Estos entrañables escoceses cuentan y cantan pequeñas fábulas pop agridulces de tono naif, a lo que contribuye la voz indolente de su líder Stuart Murdoch, compositor de la mayor parte de las canciones.

Son 10 gemas de pop saltarín, melancólico, ideal para tardes de lluvia. Bellas melodías para compartir y tararear. Pop inteligente hecho con sensibilidad, música atemporal.

viernes, 1 de octubre de 2010

Mystic River (Clint Eastwood, 2003).





En su camino hacia la canonización como El Último de los Clásicos, Clint Eastwood nos dejaba en 2003 la que es, en opinion del que escribe, su obra cumbre y una de las mejores películas del cine norteamericano de lo que llevamos de siglo XXI.
Tomando como base la novela de Dennis Lehane, el director de Sin perdón nos ofrece un intenso drama negro impregnado de pesimismo y fatalismo, sobre la violencia, que contamina cual células cancerígenas, una comunidad en los suburbios de Boston junto al río que da título al film.
Tres amigos (Jimmy, Dave y Sean) quedan marcados para siempre por un hecho violento ocurrido cuando comenzaban a adentrarse en la adolescencia: Dave es raptado, en presencia de sus dos amigos, por dos hombres y es violado mientras está recluido unos días hasta que escapa. Ese acontecimiento dejará profundas huellas en la víctima de la agresión, en sus amigos y en la comunidad que ha tenido que organizar su convivencia con el recuerdo de lo innombrable. 25 años después se reencuentran debido a otra tragedia, un acto criminal que actualiza en presente los incidentes pasados.
Mystic River es una tragedia "americana", una historia de inocencia perdida, de amistad rota y de venganza inútil. Una película de naturaleza sombría en la que, como en Sin perdón, la violencia es retratada como algo innato a una sociedad, de una maldita fatalidad que carcome el entramado social. La película lo ejemplifica en esa necesidad de "proteger a los nuestros" por encima de la Ley y por cualquier método, que es aceptada y encubierta por la familia y la comunidad y hasta por los mismos representantes del orden.El director empatiza y comprende a sus tres atormentados y atrapados personajes principales, interpretados de manera soberbia por tres grandes actores: Tim Robbins (Dave), impresionante, transmite la indefensión y el dolor que arrastra su personaje, víctima predestinada, como un muerto en vida (ahí está la cita al Vampiros de John Carpenter); Sean Penn (Jimmy) que encarna al padre de la muchacha asesinada está superlativo en un papel de amplios registros, como el hombre condenado a retomar sus modos de delincuente y convertirse en verdugo y que es visto por su esposa (Laura Linney) como un "rey" en un universo que tiende a repetirse; Kevin Bacon es Sean, el policía que debe resolver el caso en el que sus amigos de infancia están implicados a la vez que debe manejar una crisis de pareja.
En cuanto al estilo,Eastwood adopta un tono grave y sombrío, sin golpes de efecto, que se apoya en los pequeños detalles, en los sentimientos reprimidos, en decisiones terribles expresadas sin añadidos dramáticos. El relato se articula con el habitual clasicismo marca de la casa del cineasta, su gusto para el encuadre y la duración precisa de los planos, siempre puesto al servicio de una narración efectiva y funcional. El director se sirve de la investigación policial para organizar el relato alternando los puntos de vista de los tres protagonistas principales. Pero Mystic River es más una meditación moral que un thriller policial sobre la resolución de un caso. A Clint Eastwood le interesa más la refelexión que la acción.
El film se abre y se cierra con dos símbolos de América. Comienza con una conversación sobre béisbol y finaliza con el desfile del Columbus Day , celebración de los orígenes de la nación americana. Lejos de ofrecer ninguna lección moral, el ambiguo e incómodo final otorga densidad al film y confirma que estamos ante una obra de visión imprescindible para entender el cine y la sociedad del siglo XXI.