miércoles, 29 de abril de 2009

La música del azar: "The Greatest", Cat Power.

Chan Marshall, alias Cat Power, hija de Atlanta, frágil, huraña, neurótica, salvaje ...

La cantautora de los vaqueros ajados se enfunda el traje de lentejuelas y deja que el sol acaricie sus mejillas. "The Greatest" es una soberbia canción, una solemne letanía con unos preciosos arreglos de cuerda y un emotivo piano arropando la sedosa voz de Chan Marshall, respaldada por un grupo de veteranos músicos de soul sureño.

En My Blueberry Nights la canción luce radiante, unida a las magnéticas imagenes filmadas por Wong Kar-Wai. El director de Hong Kong escuchaba en el coche el disco de Cat Power mientras buscaba localizaciones en los Estados Unidos, y reconoce que le sirvió de inspiración para su película. Desde entonces tuvo claro que "The Greatest" tenía que aparecer en My Blueberry Nights (y lo hace por partida doble). Incluso le dió a Chan Marshall un pequeño papel como la ex novia rusa del personaje encarnado por Jude Law.

THE GREATEST

Once I wanted to be the greatest

No wind or waterfall could stall me

And then came the rush of the flood

Stars at night turned deep to dust
Melt me down

Into big black armour

Leave no trace

Of grace

Just in your honor

Lower me down

To culprit south

Make ‘em wash

A space in town

For the lead and the dregs of my bed

I’ve been sleeping

Lower me down

Pin me in

Secure the grounds

For the later parade

Once I wanted to be the greatest

Two fists of solid rock

With brains that could explainAny feeling
Lower me down

Pin me in

Secure the grounds

For the lead and the dregs of my bed

I’ve been sleeping

For the later parade

Once I wanted to be the greatest

No wind or waterfall could stall me

And then came the rush of the flood

Stars of night turned deep to dust

domingo, 26 de abril de 2009

Silvana Mangano.




El mito erótico de Silvana Mangano nace y se alimenta a partir de dos imágenes cargadas de alto voltaje sexual. La primera es la de una joven con los pies sumergidos en el agua de los arrozales, vestida con pantalon corto y medias negras en Arroz amargo (Giuseppe de Santis, 1949). Sus gloriosos muslos de recolectora de arroz encendieron los ánimos de sus coetáneos y la catapultaron hacia el reducido grupo de las sex symbols italianas, las maggioratas entradas en carnes, de sexualidad desbordante y un punto maternal. La segunda imagen de Silvana Mangano es el bayón memorable que se marca en Ana (Alberto Lattuada, 1951), cuando su personaje todavía era una mujer de vida alegre, antes de cometer el fatal desliz de meterse a monja.




Su papel en Arroz amargo le supuso a Silvana Mangano la inclusión en el grupo de actrices italianas cotizadas del momento, por más que esta ocasión le llegara, como ocurre muchas veces, por azar: Al casting llegó una multitud de chicas deseosas de trabajar en el cine, pero no seleccionamos a ninguna. Ni siquiera a Silvana Mangano, que se presentó con el pelo cardado, vestida de manera llamativa y muy maquillada. No la elegí, no la consideré apta. El tiempo pasaba y seguíamos sin actriz principal hasta que un día de lluvia, paseando por Vía Veneto, me encontré en la esquina de un palacio a una muchacha con una rosa en la mano, vestida con simpleza, en absoluto maquillada y con el pelo mojado. Era Silvana Mangano pero completamente distinta. Le hicimos unas pruebas y se convirtió en la protagonista de Arroz amargo. (Giuseppe de Santis)






Nacida en Roma en 1930, hija de un siciliano y una inglesa, fue Miss Roma en 1946 y debutó discretamente en el cine a los 16 años. Casada con el productor Dino de Laurentiis, un hombre mucho mayor que ella, evolucionó desde esa imagen cargada de sexualidad de sus primeras películas a trabajos con grandes directores del cine italiano, y así apareció en Edipo rey (1967) y Teorema (1968), ambas a las órdenes de Pasolini, y con Visconti, en Muerte en Venecia (1970) y Confidencias (1974)

Los años dieron a su belleza reposo, prestancia aristocrática. Afincada en Estados Unidos dejó el cine al cual sólo volvió esporádicamente (Dune, David Lynch (1984); Ojos negros, Nikita Mikhalkov (1987).



jueves, 23 de abril de 2009

Miradas: Vidas rebeldes (The Misfits, John Huston, 1961) (I)

(Bruce Davidson)



(Eve Arnold)


(Eve Arnold)




(Eve Arnold)


(Ernst Haas)



(Erich Hartmann)




(Dennis Scott)






(Bruce Davidson)




miércoles, 22 de abril de 2009

Pedro Guerra canta ... el marido de la peluquera.

LETRA DE LA CANCION EL MARIDO DE LA PELUQUERA (Pedro Guerra)

De niño bailaba canciones del moro,

el baile venía de adentro y así se inventaban los modos.

De niño soñaba olores profundos,

las mezclas de espuma, colonia y sudor de unos pechos desnudos.

Creció con su sueño y un día le dijo:

Acabo de verte y ya sé que nací pa' casarme contigo.

Matilde mi vida, Matilde mi estrella,

le dijo que sí, nos casamos Antoine, y bailó para ella.

Y abrázame fuerte que no pueda respirar,

tengo miedo de que un día ya no quiera bailar conmigo nunca más.

Cariño y ternura, colonias y besos,

te tengo, me tienes, quisiera morirme agarrado a tus pechos.

El amor es tan grande, tan sincero y sentido,

que un día de lluvia Matilde acabó por tirarse en el río.

Y abrázame fuerte que no pueda respirar,

tengo miedo de que un día ya no quiera bailar conmigo nunca más.

Mejor buenos recuerdos que un pasado perdido,

por eso un buen día Matilde acabó por tirarse en el río.

Lo que fue tan hermoso que no caiga al olvido,

te estaré recordando por siempre Matilde que tú no te has ido.

Y abrázame fuerte que no pueda respirar,

tengo miedo de que un día ya no quiera bailar conmigo.

Abrázame fuerte que no pueda respirar,

tengo miedo de que un día

ya no quiera bailar conmigo nunca más.

lunes, 20 de abril de 2009

Nadie sabe (Hirozaku Kore-eda, 2004)








Nadie puede seguir indiferente ante lo que nos narra, y cómo lo narra, Hirozaki Kore-eda en Nadie sabe, un director muy poco conocido en España debido a las inescrutables leyes de la distribución cinematográfica, pero que ha obtenido premios en diversos festivales internacionales.

Tomando como base un hecho real, la película relata el día a día de cuatro niños, nacidos de padres diferentes, sin escolarizar y sin existencia legal a los que su madre deja abandonados en casa al cuidado del hermano mayor. La mirada del director japonés es respetuosa y cercana sobre el mundo de la infancia, y se toma su tiempo para realizar un retrato del desamparo infantil en el que no cabe la denuncia social ni el sentimentalismo.
Kore-eda es un cineasta curtido en el documental y eso se nota en los fotogramas de Nadie sabe. La película respeta en todo momento el punto de vista de sus pequeños protagonistas, dos niñas y dos niños, desorientados y vulnerables ante el progresivo deterioro de sus condiciones de vida provocado por la ausencia materna: sin dinero, les cortan la electricidad, el agua y el gas. La pequeña vivienda se convierte poco a poco en un basurero. Sin cuidados higiénicos, se convierten en vagabundos. Con el tiempo, los momentos alegres sin la autoridad de la madre, sin ir al colegio, van desapareciendo y son sustituidos por largos silencios que evidencian la perplejidad ante una situación que les supera. El film de Kore-eda rehuye cualquier tentación moralista centrándose en una exploración de la infancia en estado puro en un universo sin adultos. El realizador japonés filma la existencia cotidiana de los cuatro hermanos con una transparencia poética y una ternura hacia sus criaturas que hace recordar a Ozu, utilizando recursos como largos planos fijos, la estética de los lugares vacíos y el gusto por el detalle. No enfatiza el drama de la situación sino que ahonda en el peculiar universo de la infancia: su inocente mirada, su tierna ingenuidad, su amor incondicional. Todo ello narrado con una gran sensibilidad, con maneras pausadas y una cámara pendiente de cada mirada, cada gesto, posándose en los objetos cotidianos y cargándolos de connotación (un piano de juguete, la laca de uñas, unas sandalias que hacen ruido).
Akira, Kyoko, Shigeru y Yoki deben enfrentarse al progresivo deterioro físico y psicológico que provoca el abandono, a la indigencia y a la soledad, al temor de ser descubiertos por los servicios sociales, y separados. Son niños que no pueden permitirse el lujo de llorar porque no existen.

jueves, 16 de abril de 2009

El placer de los extraños (Paul Schrader,1990)



Insinuante y sensual el cartel de este The Comfort of the Strangers que se inspira claramente en Klimt, y utilizando esos tonos dorados que han sido la marca de fábrica del pintor austríaco nos muestra una Venecia de colores crepusculares envolviendo 4 figuras humanas desnudas, dos parejas, dos mujeres y dos hombres "en un juego de posesión sexual, sin reglas ni ganadores".
Una pareja de ingleses (Rupert Everett y Natasha Richardson) vuelven a Venecia intentando recuperar días más felices pasados en la bella ciudad, en una relación que se tambalea a causa del tedio que se ha instalado en sus vidas como un compañero de viaje no deseado. Una noche, perdidos en los laberintos de canales, puentes y callejuelas, se les presenta un extraño (un amenazador, pero seductor Christopher Walken) que les invita a su casa y les presenta a su mujer (Helen Mirren). Aquellos se dejan llevar en una relación que les va atrapando como una dulce tela de araña de consecuencias impredecibles.
El obsesivo Paul Schrader adaptando el universo asfixiante del novelista Ian MacEwan pasado por el guión del dramaturgo y Premio Nobel Harold Pinter, todo ello barnizado por la magnífica banda musical de Angelo Badalamenti. Schrader utiliza el guión de Pinter para poner en imágenes sus propios fantasmas y fantasías, potenciando un malsano erotismo a través de unos personajes atrapados por sensaciones desconocidas, en una Venecia decadente y metafórica, amenazante y melancólica, excelentemente fotografiada por Dante Spinotti.


Una película turbadora y desasosegante que te atrapa con esa atmósfera de cuento tenebroso a la luz del día, y con un final cortante -nunca mejor dicho-, que nos despierta de esa dulce pesadilla que acaba siendo el visionado de El placer de los extraños.

martes, 14 de abril de 2009

Jonás y Lila (Alain Tanner, 1999)



No sé si Alain Tanner cuando rodaba en 1975 Jonás, que tendrá 25 años en el año 2000 tenía en mente que ese año 2000 llegaría y tendría que mostrar al mundo cómo le iba a Jonás al cumplir un cuarto de siglo.
1975. En una especie de residencia comunal en un pueblo fronterizo de Suiza un grupo de amigos que viven en el desencanto de esa revolución perdida de Mayo del 68, se reunen ante una mesa repleta de alimentos. Son: Marcel, un agricultor poeta, y su mujer Marguerite; Max, un izquierdista desencantado; Marco, un profesor de historia que rechaza la enseñanza normativa; Madeleine, muy influida por el tantrismo; Mathieu, un parado que sueña con nuevos métodos pedagógicos, y su pareja Mathilde, que está embarazada. Al final de la comida entre todos deciden poner nombre al que va a nacer. Marcel propone que se llame Jonás porque saldrá del vientre de Mathilde que es bella como una ballena. Una vez aceptado el nombre todos entonan una canción, "En el año 2000 Jonás tendrá 25 años", y charlan sobre el incierto futuro que le espera al pobre Jonás, un mundo más contaminado, una civilización decadente, una Tierra falta de utopías por las que valga la pena luchar.
1999. Jonás va a cumplir 25 años a la vez que su creador, el suizo Alain Tanner llega a los 70. ¿Qué ha sido de Jonás en estos años? Pues ha terminado sus estudios en una escuela de cine y se ha casado con Lila, de nacionalidad suiza y senegalesa de origen, dependienta en una tienda de discos. Jonás y Lila es un film que documenta el paso del tiempo y muestra un estado de ánimo en el que es difícil buscar un resquicio al optimismo. Jonás no es precisamente la encarnación de esa utopía que sus padres habían soñado. Heredero de una tradición de hacer cine representada por el propio Tanner, se gana la vida con algo tan poco revolucionario como rodar spots publicitarios.
Para Alain Tanner Jonás y Lila es un pequeño cuento sobre un futuro próximo, un futuro que observa desencantado y pesimista, pero siempre lúcido y con voluntad de resistencia. La película se articula sobre 60 escenas que analizan de forma progresiva a los dos personajes principales en su relación y en las que establecen con otros personajes de su entorno. Significativo es el personaje del viejo cineasta Anziano, ya retirado, que viene a ser la voz del propio Alain Tanner. En un mundo en el que la sobreexposición de las imágenes hace que éstas hayan dejado de tener un sentido moral, Anziano advierte a su pupilo Jonás de que existe una ética de las imágenes y que no todo se puede filmar. La relación entre Anziano y Jonás que establece la película adquiere un tono simbólico, la del viejo profeta estandarte de unos postulados en trance de desaparición barridos por una mal entendida posmodernidad, y el discípulo Jonás, que como Tanner, se siente obligado a hacer un cine de la palabra y el compromiso, un cine honesto y coherente, un cine a contracorriente a estas alturas de siglo XXI, un cine que, sólamente .... ayude a cambiar el mundo.

martes, 7 de abril de 2009

Dos en la carretera (Stanley Donen, 1967)



--- Albert Finney: ¿Qué clase de personas pasan horas juntos sin tener nada que decirse?

--- Audrey Hepburn: Los matrimonios.





--- Audrey Hepburn: No parecen muy felices.

--- Albert Finney: ¿Por qué iban a parecerlo? Acaban de casarse.

lunes, 6 de abril de 2009

La música del azar: "Two for the Road", Charlie Haden & Pat Metheny


Charlie Haden y Pat Metheny habían colaborado en varios proyectos y habían hablado en varias ocasiones de hacer un disco a dúo, guitarra y contrabajo. La materialización de esta unión en una grabación aparece en 1997 bajo el nombre de Beyond the Missouri Sky y el subtítulo de Short Stories. Y es que se trata de eso, pequeñas y cotidianas historias sobre las que dialogan con sus instrumentos dos amigos curtidos en mil batallas, en una conversación musical, relajada y acogedora. Música sin aristas, suave, con aires folkies y ciertos toques de nostalgia.
Una de esas pequeñas historias es una desnuda versión del maravilloso tema de Henry Mancini para la película de Stanley Donen Dos en la carretera.
Música bella en estado puro.




miércoles, 1 de abril de 2009

Miradas: André de Dienes (Transilvania, Rumania 1913-1983)



















Mark Hellinger "The Producer".





Al igual que Val Lewton, Mark Hellinger fue uno de esos productores del periodo clásico, con cierta conciencia de autor, que, como aquel en el género fantástico creó un equipo de colaboradores con el que produjo una serie de títulos que supondrían una renovación tanto formal como temática en el cine negro a principios de la década de los 40.


Nacido en Nueva York el 21 de Marzo de 1903, trabajó, como Sam Fuller, de reportero, y de ahí le vino esa visión directa y realista de lo que sucedía en la calle que aplicó en sus producciones. A finales de los 30 entró en la Warner Bros. en el departamento de escritores. Un relato suyo fue el origen de The Roaring Twenties (Raoul Walsh, 1939) lo que ayudó a que fuera ascendido a productor asociado, lo que implicaba un seguimiento de todo el proceso de una película. Bajo esa ocupación trabajo en films de Walsh como The Drive by Night (1940), La pasión ciega (1940), El último refugio (1941) y Manpower (1941).

Unos años después creó la Mark Hellinger Productions con la que firmó un contrato de distribución con la Universal y trabajó en el proceso de elaboración de una serie de títulos en los que impuso un acusado naturalismo. Primero fue Forajidos (1946) dirigida por Robert Siodmak basada en el cuento homónimo de Hemingway. El director recordaba años más tarde como Hellinger incorporaba siempre una frase contundente al final de cada secuencia, herencia de su pasado como periodista. El productor encontró después en el director Jules Dassin un alma gemela tras la cámara. Fruto de esta colaboracion son dos películas de marcado realismo que reavivaron el género: Brute Force (1947), una crónica penitenciaria, y La ciudad desnuda (1947), una violenta visión de la gran urbe. Unos meses antes del estreno de esta última, en la que prestaba su voz al relato en off, moría Mark Hellinger en Los Angeles, con sólo 44 años, víctima del alcohol y otros excesos. En aquel momento tenía preparada la producción de El abrazo de la muerte (Robert Siodmak, 1948) y en proceso los proyectos de Act of Violence (Fred Zinneman, 1949) y Llamad a cualquier puerta (Nicholas Ray, 1949).

Richard Brooks, que había colaborado como guionista en Forajidos y La ciudad desnuda, aunque sólo fue acreditado en su trabajo para Brute Force, se inspiró en la personalidad de Mark Hellinger para crear el personaje principal de su tercera novela "The Producer" (1951). Humphrey Bogart, que en 1947 había entrado a formar parte de Mark Hellinger Productions reconvirtió la empresa en la productora independiente Santana en la que permanecería el espíritu social y crítico de Hellinger.