miércoles, 6 de julio de 2011

Adieu, Leolo, adieu.


Atrás quedan tres años de mucha ilusión y amor por el cine, 382 entradas, que fueron de Hawks a Ophüls, de John Ford a Wong Kar-wai, de Billy Wilder a Woody Allen, de Nicholas Ray a Paul Schrader, siempre escribiendo sobre cine y películas que me dejaron huella, porque es inútil perder el tiempo con el mal cine. Y es el tiempo, o mejor su falta, debido a otras ocupaciones en las que me encuentro enfrascado, el motivo por el que Leolo acaba su periplo bloguero. El soñador Lozone se nos ha hecho mayor y uno ya no puede dedicarle lo que Leolo necesita. Así que, hoy echamos el cierre, no sé si provisional o definitivo. Sólamente me queda agradecer a todas y todos los que habéis compartido conmigo este lugar de cine. ¡¡GRACIAS!!

Seguiremos viendo películas y creyendo que el cine es algo más que un pasatiempo.
Porque soñamos, no somos como ellos.
Adiós.

jueves, 9 de junio de 2011

El amor en Innisfree.




  • Maureen O'Hara: ¡Es un sinvergüenza! ¡Quién se ha creido que es para besarme así!
  • John Wayne: Vaya, sabe hablar.
  • Maureen O'Hara: ¡Solo que hablo cuando quiero! ¡Le drá algo más que conversación si da un paso hacia mí!
  • John Wayne: Tranquila, sacude muy fuerte.
  • Maureen O'Hara: Supongo que lo superará.
  • John Wayne: Hay cosas que un hombre no supera fácilmente.
  • Maureen O'Hara: ¿Qué, por ejemplo?
  • John Wayne: La aparición de una chica que avanza a través de los campos con el sol en sus cabellos, o arrodillada en una iglesia con el rostro de santa.

sábado, 4 de junio de 2011

La música del azar: Alela Diane.



Con su tercer disco recién publicado, la californiana Alela Diane se confirma como una de las voces más interesantes del nuevo folk norteamericano. Alérgica a cualquier tipo de electrificación, la cantautora desgrana historias intimistas basadas en sus propias relaciones o en su familia. Su preciosa voz, arropada por sutiles arreglos acústicos, sobrevuela un universo de emociones contenidas, en el que se van sumando, canción a canción, banjos, pedal steel, dobros, mandolinas, o algún violín.

Alela Diane. Menos es más.


martes, 31 de mayo de 2011

sábado, 28 de mayo de 2011

Tú y yo y todos los demás (Miranda July, 2005)

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Película revelación en Sundance hace unos años (Gran Premio especial del Jurado), se trata de una obra muy original que desde los parámetros del más libérrimo espíritu indie se adentra en los terrenos de la trillada comedia romántica con una mirada extravagante y muy personal.

Miranda July, su polifacética autora -escribe, dirige y protagoniza- es una videoartista y performer, que también ha producido programas radiofónicos, publica relatos breves y ha dirigido videos musicales. Sus cortometrajes e instalaciones sonoras se han proyectado en los espacios más importantes, entre ellos, el Guggenheim Museum, el MOMA de Nueva York y el Institute of Contemporary Arts de Londres.

Christine (la propia July) es una aspirante a artista multimedia que se gana la vida haciendo de taxista y acompañante de personas mayores. Richard (John Hawkwes, un actor que estaba excelente en la reciente Winter's Bones) trabaja de dependiente en una tienda de zapatos, es un recién divorciado padre de dos hijos de peculiares comportamientos: el pequeño Robby vive un tórrido affaire a través de internet y el mayor se convierte, sin proponérselo, en conejillo de indias sexual de unas vecinitas salidísimas.

Sobre el fondo de un Los Angeles aséptico y desangelado, con sus bloques de apartamentos apiñados como cajas de zapatos y sus calles solitarias,las imágenes de Miranda July nos desvelan con soterrado sentido del humor y ternura hacia sus personajes, los sueños, anhelos e insatisfacciones en una pequeña comunidad. el resultado es una comedia extraña, marciana, en la onda de Punch Drunk Love de Paul-Thomas Anderson. Personajes ensimismados, frágiles, presos de un autismo emocional propio de un Kaurismaki trasladado a la soleada California. Está el film de July traspasado por una pátina de dulce melancolía, en un mundo en el que la alienación y el aislamiento dificultan las relaciones entre las personas.

Al final, la única salida está en aceptarse a uno mismo en su propia individualidad, con su particular extrañeza, sí, somos raros, lo sabemos y lo aceptamos. Pero, es que este mundo ¡es tan extraño!. Y Tú y yo y todos los demás asume su condición de rareza, se acepta distinta y torpe también, a la hora de romper el hielo de la incomunicación ante su posible espectador. Los tiempos de Antonioni quedaron atrás. Todos somos un poco freakies.
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lunes, 23 de mayo de 2011

La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942).

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En 1942, en plena Guerra Mundial, la RKO buscaba la manera da hacer frente a las películas de terror de la Universal (Drácula, Frankenstein, El hombre lobo, La momia...) que tanto éxito estaban cosechando. Para ello se contactó con Val Lewton, un productor de origen ucraniano, al que el estudio impuso para su primer proyecto un título. Nada más que eso. La película se debería llamar La mujer pantera. Lewton pensó, para dirigirla, en Jacques Tourneur, un director novel con el que había trabajado en Historia de dos ciudades . Los dos, junto al guionista De Witt Bodeen escribieron una misteriosa historia sobre una mujer de origen serbio afectada por una leyenda ancestral. El film sirvió como modelo para la serie de películas de terror producidas por la RKO después de ella. Decía Lewton al respecto: "Nuestra fórmula es bien sencilla: Una historia de amor, tres escenas de terror, más sugerido que mostrado, y una solo de auténtica violencia. Fundido en negro. Todo ello en menos de 70 minutos." La mujer pantera es eso, y mucho más. Tiene de Lewton, la concepción del terror como una inquietud, algo más psicológico que físico, y de Tourneur la idea de introducir la historia en un entorno reconocible y cotidiano. En contraposición al cine de terror de la Universal, aquí no aparecen monstruos o seres malignos, es lo fantástico lo que irrumpe en lo cotidiano da manera natural. Es un cine de la sugerencia, de la ambigüedad.

En un zoológico, Oliver (Kent Smith) conoce a Irena (Simone Simon), una mujer serbia que trabaja en Nueva York como diseñadora de modas. Se enamoran y se casan. En la noche de bodas, Irena se niega a hacer el amor con el marido y se encierra en la habitación. A partir de este inicio, Tourneur teje una historia repleta de ambigüedades, de distintas interpretaciones, acudiendo a las elipsis, la utilización de la luz y las sombras, la omisión de la figura física de la pantera para hacerla más amenazante, y el sonido como elemento crucial en la acción. El director, en los apenas 70 minutos correspondientes, se muestra como el perfecto artesano, capaz de hacer suyos los argumentos más descabellados y dotarlos de aliento poético. A ello contribuye la labor de Nicholas Musuraca en la dirección de fotografía, un operador que volvería a hacer maravillas con las luces, las sombras, los claroscuros, en otro film de Tourneur, Retorno al pasado, una obra maestra del cine negro.
Como ejemplo de la forma de actuar de Lewton y Tourneur, tomemos la escena en la que Alice (Jane Randolph), la rival de Irena por las atenciones que presta a su marido se siente amenazada en una piscina subterránea por algo misterioso e incorpóreo y permanece en el agua, presa del pánico, incapaz de salir. El terror se sugiere a través de la utilización del sonido, de los contraluces reflejándose en las paredes de la piscina, las sombras inquietantes que podrían ser solo producto de una mujer asustada. Poco antes, en otra secuencia, vemos a Alice caminando sola, de noche por una calle junto a Central Park. La mancha de luz de cada farola se convierte en un oasis de seguridad para ella, rodeada de amenazantes oscuridades. Sus vacilantes pasos se acompañan de sonidos que podrían proceder de los pasos de un gran felino, pero que parecen surgir de las ramas mecidas por el viento.

La mujer pantera fue concebida como unproducto de serie B con unpresupuesto que daba para pocas alegrías.Tourneur era un cineasta capaz de moverse con solvencia en estas circunstancias y aprovecharlas en beneficio artístico del film. A los directivos de la RKO no les gustó cuando vieron la copia de la película finalizada. Tentados estuvieron de dejarla para el fin de los días en un estante del estudio pero había que rellenar huecos, y para su asombro, la película fue un éxito. Costó unos 134.000 dólares y recaudó más de 4 millones. Es por ello que el tándem Lewton-Tourneur podría rodar después Yo anduve con un zombie y The Leopard Man.

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miércoles, 18 de mayo de 2011

El manantial (King Vidor, 1949)

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En 1948 King Vidor comienza a filmar la primera de las 3 películas que rodaría consecutivamente para la Warner Bros. Basada en una novela de Ayn Rand que se inspiró en la vida y obra de Frank Lloyd Wright, uno de los grandes precursores de la arquitectura moderna.

Gary Cooper encarna a un arquitecto que lucha contra viento y marea por sus ideales estéticos y morales rechazando modas y sin buscar el éxito a cualquer precio como sus colegas. Frente al academicismo imperante aclamado por la masas, él apuesta por una arquitectura moderna y original. Por ello será capaz de rechazar encargos, de trabajar como peón en una cantera, de renunciar a la mujer que ama, e incluso, de volar un edificio suyo en el que se han llevado a cabo cambios que él mismo ha desautorizado.

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Kent Smith: Odio verte reducido a esto, ¿recuerdas cómo empezamos? míranos ahora ¿no has soportado lo suficiente?
Gary Cooper: ¿Por qué has venido?
Kent Smith: Porque somos viejos amigos y odio verte vencido.
Gary Cooper: No lo estoy.
Kent Smith: De nada te sirve fingir ahora, hace un año que no tienes clientes.
Gary Cooper: Te equivocas, hace año y medio.
Kent Smith: Te quedarán unos 200 dólares, y es el final.
Gary Cooper: Me quedan 14 dólares y 57 centavos.
Kent Smith: ¿Y esas cuentas? ¿Son de la luz sin pagar?
Gary Cooper: Un aviso de desconexión, y en el cajón hay otro aviso de desalojo.
Kent Smith: ¿Qué harás?
Gary Cooper: Eso es asunto mío, no tuyo.
Kent Smith: No protestes, Howard. Toma. Me lo puedes devolver cuando quieras. Lo necesitas.
Gary Cooper: Gracias Peter, no lo necesito.
Kent Smith: Pero quiero ayudarte.
Gary Cooper: Yo no doy ni pido ayuda.
Kent Smith: ¿Por qué no la dejas?
Gary Cooper: ¿Qué?
Kent Smith: La postura. O los ideales, si quieres. No puedes estar solo. Ríndete. Aprende a llevarte bien con la gente. Diseña el tipo de edificios que todos diseñan y gustan a la mayoria. Serás rico, y famoso. Serás admirado. Serás uno de nosotros.





Patricia Neal:
Roark, eres lo que siempre he querido. Y por eso esperaba no conocer a nadie como tú. Y ahora prefiero no hacerlo para no verte destruido por un mundo contra el que no podrás.
Gary Cooper: ¿Por qué tienes miedo?
Patricia Neal: Sé lo que te harán. Eres el genio que hizo la Casa Enright, pero trabajabas como un reo en una cantera.
Gary Cooper: Lo decidí yo.
Patricia Neal: ¿Por qué?
Gary Cooper: ¿No sabes por qué?
Patricia Neal: Sí, porque no transiges. Pero te aplastarán. Solo podrás esperar una cantera.
Gary Cooper: Salí de la cantera.
Patricia Neal: ¿Sí? ¿Crees que la Casa Enright es el comienzo? Es la sentencia de muerte. ¿Tienes algún otro cliente?
Gary Cooper: No.
Patricia Neal: No lo tendrás. Te odian por por la grandeza de tu logro, te odian por tu integridad, porque saben que no pueden corromperte ni comprarte. No te dejarán sobrevivir, Roark, te destruirán.



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Robert Douglas: Hola, Señor Roark, esperaba encontrarlo así algún día, solo. ¿Le importaría hablar conmigo?
Gary Cooper: ¿Sobre qué?
Robert Douglas: Ahí hay un edificio que debió haber sido suyo. Le niegan todos los edificios y se los dan a esos estúpidos. Recorre las calles mientras ellos hacen los trabajos que usted ama. Esta ciudad está cerrada para usted. Y yo fui el que lo hizo ¿no quiere saber el motivo?
Gary Cooper: No.
Robert Douglas: Estoy luchando contra usted y lo haré de todas las maneras posibles.
Gary Cooper: Es libre de hacer lo que quiera.
Robert Douglas: Señor Roark, estamos a solas ¿por qué no me dice lo que piensa de mí?
Gary Cooper: Yo no pienso en usted.


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domingo, 15 de mayo de 2011

Incendies (Denis Villeneuve, 2010).

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Tras su muerte, Nawal Marwan (Lubna Azabal) deja establecida en su testamento como última voluntad que sus dos hijos, los gemelos Jeanne (Mèlissa Désormeaux-Poulin) y Simon (Maxim Gaudette) busquen al padre que creían muerto y a su otro hermano, del que desconocían su existencia, y les entreguen una carta a cada uno escrita por ella. Jeanne asume la responsabilidad del encargo de su madre y viaja al Oriente medio siguiendo el rastro de su padre, mientras Simon se siente confundido y se desentiende en un principio.
Este es el argumento con que se inicia Incendies, la cuarta película del hasta ahora desconocido realizador canadiense Denis Villeneuve, adaptación libre de la obra de teatro homónima del autor libanés Wadji Mouawad.

Estamos ante un drama familiar de enorme calado dramático cuyo contenido se pasea por las consecuencias de las masacres perpetradas en el Oriente Medio -la película nos traslada a un inconcreto país en los años 60-70- en una época en la que los efectos de las divisiones religiosas y de carácter nacionalista resultaron devastadoras.
El viaje de los 2 hermanos desde el francófono Quebec canadiense hasta la patria materna que es el lugar en el que nacieron, es un itinerario hacia el descubrimiento del horror. La sucesión de pesquisas y acontecimientos crean una conseguida intriga que atrapa. Desde el Norte que representa el Primer Mundo hasta el Sur, el retorno a las raíces representado por el tempestuoso laberinto geopolítico que era -y lo sigue siendo hoy en día- el Oriente Medio en los años 70. Allí comprenderán que las consecuencias de los crímenes son universales y no caducan con el paso del tiempo, y que su particular via crucis es el doloroso precio a pagar para conocer quién era realmente su madre, la mujer que canta, y quienes son ellos y de dónde vienen.

Incendies se estructura a través de la citada investigación sobre la que se introducen saltos temporales para contar en paralelo la historia de Nawal, la madre. Siempre hay un eco entre las 2 líneas narrativas y una continuidad dramática muy bien elaborada por Villeneuve, que consigue que el espectador nunca sepa más de lo que los gemelos van descubriendo. Al igual que los protagonistas, quien vea Incendies, debe realizar una labor de reconstrucción y estar atento a las pistas que el director canadiense va esparciendo sobre la pantalla, y rellenar los huecos que nos dejan las elegantes elipsis sobre la vida de Nawal, que no disminuyen el espanto de las atrocidades cometidas, al sugerirlas y dejar que sea el espectador el que los construya.
El contenido de Incendies, contado como un esquemático resumen argumental, podría dar para un desaforado melodrama.. Villeneuve camina en este sentido, al filo de la navaja, como un experimentado equilibrista, sin dejarse llevar en ningún momento por la tentación de caer en la pornografía emocional, y es aquí donde la película gana enteros y se eleva sobre sus posibles limitaciones.
Denis Villeneuve utiliza esos recursos dramáticos con una planificación en la que los personajes, los seres humanos, siempre forman parte de un contexto, que va del plano general en el que se insertan, hasta las historias cotidianas que juntas, acaban formando la Historia en mayúsculas. Y el director canadiense es capaz de filmar momentos estremecedores, imágenes potentes que se quedan en nuestras retinas durante mucho tiempo.. Estoy pensando por ejemplo, en el inicio de la película con esas miradas duras como la piedra, de los niños mientras son rapados y suena de fondo el You and Who's Army? de Radiohead. O la secuencia del ataque y el incendio del autobús en un espacio desértico, el horror en seco y sin ambages. O ese instante en el que Simon le dice a Jeanne en su habitación de hotel que 1 + 1 pueden ser 1, y con el sollozo de ella comprendemos que las cosas no son como parecen.
Esta historia de héroes que no lo aparentan y asumen la fatalidad de su destino acaba con la certeza de que no se corta el hilo de la ira sin abrir antes la puerta del perdón.
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viernes, 6 de mayo de 2011

Miradas: Retratos de Denis Rouvre.

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Vincent Cassel



Alain Delon



Tim Burton



Morgan Freeman



Michael Moore



Emir Kusturica



Mathieu Amalric



Kirsten Dunst



Wim Wenders



Tom Hanks



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lunes, 2 de mayo de 2011

Walter Brennan, el eterno gruñón.

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Un tipo de producción me habló de él. Le dije que lo trajera, pero que le diera algunas frases para ver qué tal las decía. Así que cuando apareció le pregunté si le habían dado las frases. Él respondió: “¿Quiere que se las lea?”, “Sí, claro”, dije yo. Y dijo: “¿Con o sin?” Yo dije “¿Con o sin qué?” Dijo “Dientes”. Y yo afirmé que quedaba contratado. No tuvo que leer las frases


(Howard Hawks)




Dicen de Walter Brennan que dividía su carrera en dos bloques: aquellas películas en las que actuaba con la dentadura postiza, y el resto, en las que no tenía dientes.

Había nacido en Swampscott (Massachussets) el 25 de jullio de 1894. Ya de niño, mostró interés por la actuación, apareciendo en obras escolares. Al acabar sus estudios, participa en espectáculos de vodevil mientras se gana la vida en trabajos de lo más diverso. Antes de ser llamado a filas para combatir en la 1ª Guerra Mundial, ya ha recorrido gran parte del país con pequeñas compañías musicales. Al acabar la guerra se instala en Guatemala donde cultiva piñas para exportarlas a Estados Unidos. Pronto regresa a su país para establecerse en Los Angeles. Allí se dedica al negocio inmibiliario con singular fortuna, pero una repentina crisis del sector le arruina, y es ahí cuando Walter recurre a su antigua vocación, aceptando trabajos de doble y extra para poder subsistir. Era 1923, y dos años después conseguía su primer papel cinematográfico.

En 1932 pierde los dientes en un accidente. este hecho, además de sus prematuras arrugas y pelo cano, le daban un aspecto mucho más mayor del que correspondía a su edad. a lo largo de 4 décadas de prolífica trayectoria, paseó su figura encogida y su rostro común por todos los géneros del cine norteamericano, encarnando muchas veces a personajes entrañables, sin blanca, leales al protagonista masculino. La Academia de Hollywood le premió en 3 ocasiones como mejor actor secundario en el corto lapso de cuatro años: por Rivales (William Wyler, 1936), Kentucky (David Butler, 1938) y El forastero (William Wyler, 1940). Además fue nominado por El sargento York (Howard Hawks, 1945).

La ciudad sin ley fue la primera de las 6 películas que haría a las órdenes de Hawks. Un año después rueda Tres desalmados (Richard Boleslawsky), uno de sus primeros papeles importantes, un relato del Oeste de raíz bíblica. Tras trabajar en varios westwerns, entre ellos Paso al Noroeste (1940) de King Vidor, le llega la consagración con El forastero (William Wyler, 1940), en la que daba vida con un estilo reposado y solemne, al peculiar juez Roy Bean, al lado de Gary Cooper, con el que había entablado amistad en 1925, cuando ambos se ganaban la vida como extras. Con cooper repetirá en 1941 en Juan Nadie de Frank Capra, en el papel del compañero vagabundo de aquel. Otros títulos importantes en los que participó en esta época son Aguas pantanosas (Jean Renoir, 1941) y Los verdugos también mueren (Fritz Lang, 1943). Inolvidable es su interpretación en Tener y no tener (Howard Hawks, 1944) como el amigo alcohólico de Bogart.
En los westerns, Walter Brennan ofrecerá su cara más recordada, la del alegre y gruñón vaquero, desastrado, sin familia, mascando tabaco y dándole a la botella, siempre al lado del héroe, algo huraño y excéntrico, pero siempre encantador. Imposible olvidar su Stumpy, el viejo cascarrabias de Río Bravo (Howard Hawks, 1959) siempre discutiendo con John Wayne y Dean Martin. Antes, también para Hawks, había realizado otra excelente interpretación en Río Rojo, otra vez al lado de John Wayne. Un papel similar al que haría en 1955 en Tierras lejanas de Anthony Mann, como fiel escudero de James Stewart. Otra memorable actuación suya en un western es la de Camino a la horca (Raoul Walsh, 1951) en la que es un viejo acusado de homicidio que cruza un desierto con su hija y el sheriff que le protege de una horda de linchadores. Fuera ya de esta línea pero también en territorio western, está Pasión de los fuertes (1946), la obra maestra de John Ford. Walter Brennan era aquí el patriarca de los Clanton, un villano que resulta conmovedor en la escena en que contempla el cadáver de su hijo.

En los años 60 trabaja en varias series de TV como The Real McCoys, con la que obtuvo un enorme éxito y en el cine en algunas producciones Disney como El abuelo está loco.

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viernes, 29 de abril de 2011

Operación Pacífico (Blake Edwards, 1959).




Operación Pacífico es una comedia que comienza de la manera más seria, como si se tratara de un drama bélico. Un submarino va a ser enviado al desguace. El almirante Sherman (Cary Grant) -antiguo capitán del Tiger Sea en los tiempos de la 2ª Guerra Mundial- llega momentos antes de que ocurra. Recorre sus estancias con evidente nostalgia, quiere despedirse del compañero de fatigas que les albergó en aquellos dramáticos momentos de la guerra. Cuando entra en su camarote, encuentra el que fue su diario de a bordo y comienza a leerlo, y de esa manera tan clásica, se introduce el largo flashback que nos lleva a la costa filipina en plena 2ª Guerra Mundial y que es la base de la película hasta la última secuencia en que se vuelve al tiempo inicial, y que funciona como epílogo. Tras un fulgurante ataque de la aviación japonesa. El Tigre del Mar resulta seriamente dañado. El capitán Sherman y sus hombres proponen al mando arreglarlo para poder llegar hasta un astillero en el que será reparado. Tienen dos semanas para conseguirlo. Pero en Operación Pacífico, a pesar de la muy conseguida ambientación y diseño de producción, no asistimos a ninguna hazaña bélica, ni a epopeyas de heroísmo submarino. Tan solo hay una acción de guerra, cuando el Tiger Sea viaja renqueante hacia el astillero y tiene la oportunidad de hundir un destructor japonés, acción que acaba de forma cómica con el lanzamiento involuntario de un torpedo que tras cruzar la playa, desviado de su objetivo real, hace estallar un camión. Habrá otro bombardeo japonés pero esta vez parece menos dramático al introducir Edwards un elemento chocante. Los soldados celebran en cubierta el Año Nuevo con un gran festín que se ve interrumpido por el ataque. Al sumergirse el submarino precipitadamente, toda la comida y la bebida queda barrida por el oleaje que provoca la inmersión, es una idea brillante de puesta en escena.

Operación Pacífico es una comedia que se introduce sutilmente en un realista entorno bélico o tambien un film bélico con elementos de comedia. Hay en ella un interés claro por el contexto en que se desarrolla, por la insistencia en situar geograficamente la historia y en unas fechas determinadas, como ocurre con otra comedia de Edwards también anclada en la 2ª Guerra Mundial, la ácida ¿Qué hiciste en la guerra, papi? (1966). Desde ese bien delimitado entorno realista, Edwards introduce de modo natural, sin forzar, elementos cómicos. Lo absurdo se apodera de lo cotidiano y nace el humor. El film se desliza hacia la comedia desde el momento en el que Holden (Tony Curtis) es nombrado jefe de suministros de la nave. El teniente Holden es un personaje ajeno al estamenro militar. En su primera aparición, todo vestido de blanco, los hombres de Sherman se burlan de él. Pero consigue ganarse la confianza del capitán saltándose todos los reglamentos legales para conseguir lo que necesitan, robando piezas o incluso comida (hilarante la secuencia con el cerdo). Siguiendo con esa intromisión de elementos ajenos, 5 mujeres oficiales se convierten en nuevos e indeseados tripulantes del submarino, generando en la tropa un sinfín de reacciones, que van de lo ingenioso a lo más previsible. Esa irrupción de lo femenino en un universo tan cerrado y normalizado como el de la tripulación de un submarino pone en peligro el status masculino y los espacios reservados a él. Pero la guerra de sexos sólo puede acabar, según Edwards... en matrimonio. En el epílogo lo sabremos.

Algunos momentos a recordar: la secuencia en la que los buques americanos atacan al submarino creyéndolo enemigo, y que se resuelve lanzando la ropa interior femenina como si fuera un torpedo; el momento en el que el submarino, pintado de rosa, regresa a puerto ante las mofas de los marines; las escenas del robo de piezas y material por parte de Holden y sus hombres resueltas con acertadas elipsis; el roce en los estrechos pasillos del submarino entre los hombres y los exuberantes pechos de la teniente Crandall; la ropa interior femenina como útil recurso para reparar desperfectos en la sala de máquinas del submarino.
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lunes, 25 de abril de 2011

La música del azar: Portishead.








Los dos primeros discos de Portishead son, hoy por hoy, dos clásicos de la música popular, dos obras que han ejercido una enorme influencia en toda la música posterior. Los de Bristol ostentan desde entonces un estatus de grupo de culto pese a la inactividad creativa que vino después.

En su música encontramos una perfecta conjunción de elementos orgánicos y electrónicos, mediante ritmos ralentizados, narcóticos y penetrantes, que parecen estar en permanente estado de ensoñación. En sus envolventes atmósferas, aparecen referencias de cine negro. Sus extrañas melodías suenan siempre impredecibles. Una rara belleza se apodera de las cadencias angustiosas -rotas por cortes rítmicos, scratches, samples- que declama la voz quejumbrosa de Beth Gibbons, como una Billie Holliday de la era de la electrónica. La cantante de Portishead puede sonar pasional y distante a un tiempo, fuego y hielo en el mismo vaso, ahogando quejidos y susurros.

En sus ritmos letárgicos hallamos ecos de Badalamenti y Morricone. sus profundas líneas de bajo nos inundan las entrañas. Geoff Barrow y Adrian Utley utilizan las canciones como puzzles. Crean, recortan, guardan y pegan con la maestría del mejor prestidigitador. Sus partituras de deep hip hop blues, soul, jazz, torch song, dub, electrónica, soundtracks... nos pueden llevar a las más abisales cimas de la desolación o acompañarnos en los días más felices de sol, amor y verano. Portishead, simplemente buena música.
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jueves, 21 de abril de 2011

Pero... quién mató a Liberty Valance?

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El hombre que mató a Liberty Valance (John ford, 1962)


  • John Wayne: ¡Lavaplatos! ¿A dónde vas?
  • James Stewart: Vuelvo a casa, Tom. Vuelvo al Este que es a donde pertenezco.
  • John Wayne: Valance no logró hacerte huir, ¿qué te pasa amigo, es tu conciencia?
  • James Stewart: ¿Acaso no es una carga matar a un hombre y luego poder construir una vida sobre esa muerte?
  • John Wayne: Hablas demasiado, piensas demasiado. Además tú no mataste a Liberty Valance.
  • James Stewart: ¿Qué?
  • John Wayne: Haz memoria. Valance salió de la cantina. Tú caminaste a su encuentro cuando él disparó el primer tiro.
(Flashback)

  • James Stewart: Pero Tom... ¡por qué lo hiciste? ¿por qué?
  • John Wayne: Fue un asesinato a sangre fría, pero a mí no me remuerde la conciencia. Hallie es dichosa, quería que tú vivieras.
  • James Stewart: Pero tú me salvaste la vida, Tom
  • John Wayne: Mejor hubiera sido no hacerlo. Ahora Hallie es tu chica. Entra de nuevo ahí y acepta el nombramiento. Tú le enseñaste a leer y a escribir. Ahora dale la ocasión de que tenga sobre qué leer y escribir.

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lunes, 18 de abril de 2011

Miradas: Retratos de Nicolas Guerin.

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Tommny Lee Jones


John Malkovich


David Cronenberg


Willem Dafoe


Nick Nolte


Clint Eastwood


Roman Polanski


Emir Kusturica


Gong Li



Zhang Yimou


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miércoles, 13 de abril de 2011

Jennifer Lawrence, la chica de rojo.

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Jennifer es una de esas actrices que de vez en cuando saltan desde el cine indie a la 1ª división del cine hollywoodiense. La chica de Kentucky estaba en la película oportuna en el momento justo y parece ser que se ha situado en la rampa de lanzamiento hacia el estrellato. Winter's Bone esta rodada con convicción y buen pulso narrativo. Su desolador acercamiento a una comunidad rural de una América muy profunda, es un drama seco, como el paisaje humano que retrata, en un lugar que parece la antesala del infierno. A pesar de su descarnado realismo, la película de Debra Granik se desliza por momentos hacia lo fantástico y lo oculto, con la representación de esa sociedad rural, cerrada y endogámica, en la que Ree, el personaje de Jennifer, es la escepción a la regla, un ser no carcomido por el odio, la droga, el resentimiento, la devastación moral... Ella, tenaz hasta el límite, para sacar adelante a su madre y a sus hermanos pequeños, deberá pasar por un siniestro proceso de maduración personal, en el que su fuerza interior, su determinación y valor emocional, vencerán todos los obstáculos.
La actriz, con una actuación contenida, sabe transmitir a su Ree la enorme fortaleza que atesora y nos brinda una de esas interpretaciones que no se olvidan fácilmente.





En su niñez se crió en Kentucky donde sus padres poseían campos y caballos. A los 14 años ya estaba decidida a ser actriz y acude con su madre a Nueva York a presentarse a multitud de castings. Comienzan a llegarle pequeños papeles en series de TV y en 2008 cortas apariciones en films que no salieron del mercado norteamericano. Su primer papel importante antes del boom Winter's Bone es en Lejos de la tierra quemada (Guillermo Arriaga). Allí ya destacaba en su interpretación de Mariana, la hija adolescente de Kim Basinger, y la desencadenante del drama sobre el que se sustenta la película, una roulotte ardiendo enmedio de la nada en un paisaje fronterizo. La cinta sigue la línea de los experimentos narrativos que Guillermo Arriaga como guionista había realizado junto a alejandro González Iñárritu en Amores perros, 21 gramos y Babel.
2010 es el año de su revelación con Winter's Bone, la segunda película de Debra Granik, Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance. Le empiezan a llover las nominaciones y premios. Mientras rueda X-Men First Class, en la que interpreta a una joven mutante Mística, de piel azul y torso desnudo, le llega la nominación a mejor actriz en los Globos de Oro, en competencia con compñeras tan consagradas como Nicole Kidman, Halle Berry y Natalie Portman. La nominación a los Oscars no se hace esperar. Jennifer ni se molesta en preparar su discurso. Como buena actriz que es, ensaya su papel de perdedora, y en la ceremonia, lo ejecuta a la perfección. Eso sí, en la entrada, deslumbra con su traje rojo.

Próximamente la veremos en The Beaver, dirigida por Jodie Foster y dando la réplica a Mel Gibson y a la propia Jodie, y en el thriller futurista The Hunger Game.








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