martes, 29 de junio de 2010

Arthur Freed, la edad dorada del musical.


(Arthur Freed, a la derecha, junto al compositor Nacio Herb Brown)

Si Cantando bajo la lluvia es hoy en día, un clásico imprescindible del musical, y del cine en general, se debe en gran medida a Arthur Freed. Además de Stanley Donen y Gene Kelly, como creadores del film, hay que tener en cuenta la gran aportación del productor nacido en Charleston, Carolina del Sur, uno de los nombres clave de la época gloriosa del musical de la Metro Goldwyn Mayer. Con él en tareas de producción se filmaron los títulos más importantes del género en los años 50, desde Un americano en París (1952) hasta Gigi (1958), ambas bajo la batuta de Vincente Minnelli.
Arthur Freed nació el 9 de septiembre de 1894 en el seno de una familia de extensa tradición en el mundillo del espectáculo. Tras la Primera Guerra Mundial, en la que se alistó como voluntario, comienza su carrera artística en el vodevil. Llega a participar en varias giras de los Hermanos Marx. También escribe letras de canciones para espectáculos y revistas musicales. En los años 20 consigue sus primeros éxitos con varias canciones, lo que hace que Irving Thalberg le contrate para la Metro como letrista de las primeras películas musicales del estudio: The Broadway Melody (Harry Beaumont, 1929), Una noche en la Opera (Sam Wood, 1935), San Francisco (W. S. Van Dyke, 1936) ... En 1938 el todopoderoso Louis Mayer, jefe de la Metro, le coloca como ayudante de producción de El Mago de Oz (Victor Fleming). Freed fue quien propuso a Mayer que contratara a Judy Garland para la película. A partir de aquí, y con el enorme éxito obtenido, consigue acceder al cargo de productor y se hace cargo del departamento de musicales de la compañía, el que sería conocido como The Freed Unit. Arthur Freed descubrió y fichó para la Metro a nuevos talentos, tanto actores como directores. Fue él quien le dió su primera oportunidad como director, a un joven escenógrafo y figurinista, el que llegaría a ser uno de los renovadores del género musical: Vincente Minelli, con Cabin in the Sky (1943). También fue Freed el que contrató por primera vez al garn Gene Kelly.
Junto a los mejores profesionales y técnicos de Hollywood, convierte a la Metro en la productora referente del género musical con títulos inolvidables como: Cita en Saint Louis (Vincente Minnelli, 1944), Levando anclas (Georges Sidney, 1946), Llévame al partido (Busby Berkeley, 1949), Un día en Nueva York (Stanley Donen, 1949) Un americano en París (Vincente Minnelli, 1951), Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen, Gene Kelly, 1952), Melodías de Broadway (Vincente Minnelli, 1953), Siempre hace buen tiempo (Stanley Donen, Gene Kelly, 1955), Gigi (Vincente Minnelli, 1958).
Arthur Freed recibió dos Oscars a la mejor película, en calidad de productor, en 1951 y 1958, por Un americano en París y Gigi respectivamente. Fue el presidente de la Academia entre 1963 y 1967 y recibió el galardón Irving Thalberg en 1951 y el Oscar honorífico en 1967. Murió de un infarto en abril de 1973.

domingo, 27 de junio de 2010

La música del azar: Mary Gauthier, "Between Daylight and Dark".

Mary Gauthier es, ahora mismo, una de las grandes voces de eso que se ha dado en llamar americana, es decir, el encuentro del country con el folk norteamericano.

Huérfana, alcohólica, adicta a las drogas, estancias en centros de rehabilitación y hasta en prisión ... , su vida podría haber acabado en cualquier esquina de una anónima ciudad. Pero, milagrosamente, un día decidió luchar, coger las riendas de su desordenada existencia y vencer a su pasado. Tras desintoxicarse y estudiar Filosofía, comenzó a escribir canciones con las que exorcizar sus tristes experiencias. Desde entonces su discografía, iniciada en 1997, no ha hecho más que agrandarse y ganar adeptos, Bob Dylan el primero, hasta convertirla en un referente de muchas cosas: la capacidad de superación, el feminismo, el country alternativo.

Os dejo con la voz doliente y la música hermosa de Mary Gauthier:


viernes, 18 de junio de 2010

L'amour c'est cool.






A bout de souffle (Jean-Luc Godard, 1959)
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  • Jean Seberg: ¿Por qué has venido, Michael?

  • Jean-Paul Belmondo: Quiero volver a acostarme contigo.

  • Seberg: Esa no es una razón.

  • Belmondo: Sí, significa que te quiero.

  • Seberg: Pero, yo no sé si te quiero a tí.

  • Belmondo: ¿Cuando la sabrás?

  • Seberg: Pronto.

  • Belmondo: ¿Cómo que pronto? ¿En un mes, en un año?

  • Seberg: Pronto es pronto.

  • Belmondo: Las mujeres nunca hacen en 8 segundos lo que pueden hacer 8 días después. Lo mismo dan 8 segundos que 8 días, o ¿por qué no, 8 siglos?

  • Seberg: No, basta con 8 días.

  • Belmondo: Sí, no, las mujeres siempre a medias. Me deprime ... ¿Por qué no te acuestas conmigo?

  • Seberg: Porque me gustaría saber ... Hay algo en tí que me gusta pero no sé que es ... Me gustaría que fuésempos como Romeo y Julieta.

  • Belmondo: ¡Eso es de niñas!

  • Seberg: ¿Ves? En el coche dijiste que no podías vivir sin mí. ¡Pero sí puedes!. Romeo no podía vivir sin Julieta, pero tú sí.

  • Belmondo: No, no puedo vivir sin tí.

  • Seberg: ¡Eso es de niños!

miércoles, 16 de junio de 2010

Sociología del blogueo ... y tal ...






Desde el ecléctico y recomendable blog The Quatermass Xperiment traigo esta oportuna e interesante reflexión sobre el fenómeno bloguero:



Un día va uno y en lugar de ponerse a jugar a la PS3, enchufarse a ver la tele o practicar el onanismo, se le pasa por la cabeza.... ¡hacer un blog!. Y de repente ese pobre desgraciado se da cuenta de que solo en un mundo con millones de blogs, nadie va a reparar en su existencia, así que empieza a poner comentarios en otros blogs de temática parecida y los visitantes empiezan a aparecer y a dejar comentarios también...¡bien!. Y cuando empiezas a tener comentarios te das cuenta de que cuantos más comentarios pones tú más comentarios te ponen, y sin darte cuenta, de manera completamente visceral y me atrevería a decir que poco consciente te has convertido en un esclavo del blog. Tienes que publicar con frecuencia para que la gente venga a ver que se va publicando, responder los comentarios si quieres corresponder con quien ha tenido el detalle de comentar, pero además tienes que seguir poniendo comentarios en otros sitios o por muy consolidado que estés apenas nadie te comenta, con lo cual el número de horas que dedicas a escribir y actualizar el blog, más el número de horas que dedicas a leer y comentar otros blogs te ha absorbido todo tu tiempo libre y ya no puedes hacer aquello que ha motivado poner tu blog (ver películas, escuchar discos, o hacer macramé), decirme que sentido tiene. Si explico todo esto es porque quizá no es evidente para un visitante ocasional, los que tenéis blogs sabéis de que va esto. Y lo mismo con los "seguidores" o los enlaces, otra moneda de cambio. Y a lo que me niego es a aceptarlo. Siento si he pasado a no comentar en sitios donde antes lo hacía, de verdad que aprecio mucho el contenido de la mayoría de blogs, pero es que he decidido leer solo aquellos que realmente me interesen y pueda dedicar a una visita el tiempo que se merece (¿porque mis estadísticas dicen que la mitad de las visitas a mi blog duran 15 segundos?). Se acabaron las visitas relámpago. Tampoco voy a dejar un comentario si no tengo nada que aportar. Lamentablemente mi tiempo libre es limitado y no le veo sentido a leer deprisa y corriendo 10 blogs, prefiero leer 4 como Dios manda. Y ojo que si tuviera un montón de tiempo libre ni me plantearía esto y me tragaría un montón de blogs porque hay muchos de calidad. Ahora que también habría que hacer un poco de examen de conciencia a ver si lo que publicamos aporta algo, porque ha habido algún día de esta semana en que si no tenía en el "blogroll" 10 blogs con un post sobre "Kick-Ass" no tenía ninguno.Yo por mi parte, en cuanto a publicación voy a pasar a publicar de otra manera y sobre otros temas, de momento mi idea es hacer ciclos de tres posts, uno sobre cine (que creo que raramente será sobre novedades e intentaré que sea sobre algún tema o director), uno sobre rock comentando novedades o historietas de bandas clásicas que me gustan y otro con historietas varias (como esta), que para eso es un blog, ¿no?. También creo que se van a acabar los pies de foto, cajones de sastre y todo aquello que me tome más tiempo en formatear del que estoy dispuesto a dedicar a esta afición, todo es cuestión de hacerlo sostenible. Y si tengo que sacrificar algo que sea la frecuencia de publicación, si en lugar de tres posts a la semana publico dos con la calidad que yo quiero, pues eso se habrá quedado por el camino. Se trata de hacer algo a lo que le veas sentido y que en lugar de ser un agobio sea algo que te apetezca hacer.Y ojo que cada uno postee y comente como le de la gana, ¡faltaría más!.


lunes, 14 de junio de 2010

Honeymoons (Goran Paskaljevic, 2009).




Los títulos de las dos últimas películas del excelente realizador serbio Goran Paskaljevic -ganador por tres ocasiones de la Espiga de Oro del Festival de Valladolid: La otra América, Optimistas y Honeymoons- son dos clarísimas paradojas. Hace tres años titulaba Optimistas a un conjunto de historias crueles, teñidas de locura y malsano humor, sobre un país a la deriva. Ahora nos propone estas Lunas de miel, con poca miel y mucha intolerancia.
La película está construida en torno a dos historias sobre dos parejas de jóvenes, una serbia y la otra albanesa. Ambas, por distintas circunstancias, deciden abandonar el país: los serbios, en busca de un mejor futuro profesional y social; la pareja albanesa, como única salida de un país en el que unas rígidas y arcaicas estructuras sociales impiden su relación.
El primer bloque transcurre en Albania, el segundo en Serbia. En ambas una boda es la excusa argumental. Luego, las dos historias se narran en paralelo sin llegar nunca a encontrarse. Así, Honeymoons presenta una estructura simétrica, en la que, finalmente los relatos dejan de ser dos para ser uno sólo, no porque se crucen, sino por reflejarse el uno en el otro. Las 2 parejas protagonistas intentan, cada una a su manera, romper con un pasado de estrechez política y rigidez moral, y creen poder encontrar su particular paraiso en una idealizada Unión Europea. Geográficamente pertenecen a ella pero todavía quedan muchos trenes por recorrer para que sean reconocidos como ciudadanos europeos. En su busca de esa utópica y soñada Europa acaban siendo rehenes de los pasos fronterizos, esos siniestros territorios, mitad limbo, mitad purgatorio, una tierra de nadie donde las personas dejan de serlo y se transforman en meros objetos/número. De ahí viene el tono onírico del cartel de la película que representa a una pareja que parece ascender hacia algún lugar desconocido. En esta globalizada Europa del Siglo XXI todavía hay europeos de 2ª categoría, esos que llevan en su frente marcado a fuego el lugar de nacimiento en su pasaporte.
En un final no tan abierto como pudiera parecer en un principio, vemos a Nick desde su encierro mirando cómo un tren de mercancías cruza la frontera húngara a gran velocidad. Para los bienes de consumo, no existen las barreras en esta Europa.
Honeymoons es además, la primera coproducción entre Serbia y Albania, dos paises históricamente confrontados. La idea partió de un ciclo que en el único cine de Tirana, la capital albanesa, se le dedicó al cineasta serbio Goran Paskaljevic. Todo el equipo técnico de la película lo formaron gente de los dos paises, en un ambiente de gran camaradería y colaboración.

jueves, 10 de junio de 2010

Notas a pie de página sobre Cantando bajo la lluvia.

  • El productor Arthur Freed, responsable de más de 40 producciones musicales para la Metro desde 1939, se valió de 2 fuentes de inspiración para la pelícua: en primer lugar las canciones escritas por Nacio Herb Brown y él mismo entre 1926 y 1932, entre ellas la popular Singin'in the Rain. En segundo, sus propias vivencias en el oficio, desde sus inicios como artista de variedades. De muchas de sus anécdotas se extrajeron situaciones que se utilizarían en el argumento de la película.

  • De los tres actores principales -Gene Kelly, Donald O'Connor, Debbie Reynolds- que son presentados en los títulos de crédito, sólo Debbie Reynolds carecía de experiencia en el baile. Sus relaciones con Gene Kelly durante la filmación fueron bastante tirantes. el bailarín la consideraba bastante patosa en las secuencias musicales. Tanto O'connor como Kelly tenían una amplia carrera en espectáculos y películas musicales. Debbie Reynolds fue una imposición del productor Arthur Freed, y debido a sus problemas con el baile se optó por eliminarla del ballet final.

  • El productor no quiso utilizar la verdadera voz de Debbie Reynolds, una novata de 19 años, e hizo que todas sus canciones fueran dobladas por Betty Noyes. Irónicamente, la voz que Debbie Reynolds presta a Jean Hagen, la starlette de físico imponente y voz imposible, en la escena final tras el telón es ... la de la propia Jean Hagen.

  • En el extraordinario número musical Make them laugh, un acrobático Donald O'Connor baila por paredes, suelos y techos. Esta secuencia, al igual que otras musicales de la película sigue una secuencia aparentemente espontánea, pero en realidad muy estructurada: 1/ diálogo hablado; 2/ introducción musical ;3/ canción; 4/ golpe de efecto final. El número de Cosme es todo un homenaje al cine cómico mudo. Ahí está el inconfundible sombrero hongo indisociable al personaje de Charlot, todo el repertorio de caidas, acrobacias (Keaton era todo un acróbata) y golpes para ese humor visual tan característico del periodo mudo, basado en la expresión y el gesto.





  • La coreografía de la famosa canción Singin 'in the Rain se le ocurrió a Gene Kelly. En principio, se tenía previsto que fuera una canción sin baile, pero después de repetir varias veces la letra, Kelly propuso la inclusión del baile bajo la lluvia inspirándose en un número cantado por Maurice Chevalier en Folies Berger (Roy del Ruth, 1935). La canción había sonado ya en los títulos de crédito iniciales presentando a los tres personajes principales, y volverá a aparecer al final. Su introducción en la trama es, una vez más, un ejemplo de cómo el tándem Donen / Kelly entendían el musical: Don (Gene Kelly) está exultante de felicidad porque la película se va a salvar y sobre todo porque Kathy (Debbie Reynolds) le ama. Cuando se despiden, ella le dice: esta lluvia de California es hoy más copiosa que otras veces, a lo que Don responde: para mí todo es luminoso y el sol brilla por todas partes. Antes de finalizar la conversación en la puerta de la casa de Kathy se inicia la melodía que da paso de manera natural y fluida al número musical. Los movimientos de Don, su forma de decir al taxista que se vaya, tienen también un planteamiento musical.

  • El lujoso y espectacular número final, Broadway Melody, se rodó con la película ya finalizada y ya sin posibilidad de contar con Donald O'Connor, que tenía un contrato para intervenir en un show de TV. El problema era que Gene Kelly pensaba que el número le venía grande a Debbie Reynolds. Al final Kelly recurrió a una memorable Cyd Charisse con un look a lo Louise Brooks, como la chica de un gángster que parecía inspirarse en el Scarface de Hawks. Cyd era una joven bailarina que había trabajado en películas musicales de la Metro. El ballet se ensayó durante un mes, tardó dos semanas en rodarse y costó casi medio millón de dólares.

  • Los números musicales de Cantando bajo la lluvia siguen las pautas que revolucionaron el género musical de la mano de Stanley donen y Gene Kelly. Las canciones no aparecen de forma brusca, sino como continuación de un desarrollo natural. El diálogo se acelera, se hace cortante, los actores con sus movimientos y sus gestos nos introducen en el baile, la música entra en un segundo plano, la voz se transforma en canto, los movimientos, en baile.

domingo, 6 de junio de 2010

Two Lovers (James Gray, 2008)


El neoyorkino James Gray es una rara avis en el cine norteamericano actual, un cineasta distinto que se mueve entre el pasado (el thriller americano de los 70, cierto clasicismo formal) y el futuro (su manera de utilizar la ortodoxia de los géneros establecidos para ir más allá). Además es un director que se toma su tiempo. No quiere rodar nada que no lleve su firma en el guión o en el que haya participado. Con 25 años debutaba en 1994 con Cuestión de sangre, la historia de un matón profesional (Tim Roth) que retorna a su lugar de origen para realizar un encargo laboral. La otra cara del crimen es de 1998, y trata sobre un ex convicto (Mark Wahlberg) dispuesto a reformarse, que regresa a casa y se ve de nuevo empujado al mundo del crimen. Su tercera película, La noche es nuestra es un intenso drama policíaco-familiar (en el que repiten Mark Wahlberg y Joaquin Phoenix) que compitió en la sección oficial de Cannes.
Con Two Lovers cambia de registro genérico hacia el melodrama romántico con estructura de cuento moral, aunque mantiene una conexión con sus anteriores obras: el mostrar al núcleo familiar como centro de tensiones pero también como último refugio al que regresar.
Two Lovers es un un intenso drama romántico y urbano, una película de personajes insatisfechos e inseguros en busca de la felicidad, muy determinados por contextos familiares que les marcan. Leonard (convincente Joaquin Phoenix), Michelle (muy bien matizada Gwyneth Paltrow) y Sandra (guapísima Vinessa Shaw, a seguir) forman un extraño triángulo amoroso en el que la pasión es desplazada por la desesperación, la incertidumbre y las inseguridades.
El dilema moral que plantea Two Lovers -el hombre que se debate entre dos mujeres que representan dos formas opuestas de vida: una le ofrece la seguridad de lo convencional, la otra representa el riesgo, lo inesperado; la primera quiere cuidarle, él quiere cuidar a la segunda- es un clásico arquetipo narrativo. Gray mantiene la historia en ese nivel de sencillez para que la profundidad aparezca con sus personajes. La puesta en escena es un prodigio de depuración. El tempo, sosegado, pero cruzado por una subterránea crispación a punto de salir a la superficie. Las elipsis y los precisos encuadres -esos planos tan hitchcockianos de Leonard desde su habitación observando a Michelle ante la ventana- son magníficos.
Two Lovers confirma a James Gray como uno de los realizadores a seguir en el panorama del cine estadounidense.

martes, 1 de junio de 2010

Ben Hecht, un guionista poco acreditado (1894-1964).



Fue Ben Hecht uno de los guionistas más populares del periodo clásico de Hollywood, y también uno de los más prolíficos. Y no sólo eso. Ejerció también de periodista, fue director de cine, productor, dramaturgo y novelista.
En Chicago comenzó a trabajar como periodista y a escribir sus primeros relatos. Tras la I Guerra Mundial el Chicago Daily News lo envió a Berlín como corresponsal. Lo que allí vivió le sirvió como material para la que sería su primera novela, titulada Erik Dorn (1921). Después de una estancia en Alemania y Rusia, regresa a su ciudad natal, Nueva York, con una gran reputación debida a sus trabajos periodísticos, sus relatos cortos y sus novelas.
A mediados de la década de los 20, el escritor Herman Mankiewicz -hermano mayor de Joseph- le propone trabajar en Hollywood -en un telegrama que le envía le dice para convencerlo: todos tus competidores aquí son imbéciles-.
Y no pudo entrar con mejor pie en La Meca del cine: fue el primer guionista en ganar el Oscar al Mejor Guión Original por La ley del hampa (Josef Von Sternberg, 1927). Desde entonces y hasta su muerte en 1964, trabaja incansablemente en guiones, tanto firmados por él -Scarface, el terror del hampa (escrito en sólo 11 días), La reina de Nueva York, Cumbres borrascosas, Recuerda, Encadenados, El beso de la muerte, Me siento rejuvenecer ...- como sin acreditar -La Reina Cristina de Suecia, Enviado especial, Lo que el viento se llevó, El bazar de las sorpresas, Naufragos, Gilda, Duelo al sol, La soga, Vacaciones en Roma ...-.
Hombre brillante y culto, escondía bajo una máscara de cinismo -"el cine es uno de los vicios que
han corrompido nuestro siglo"- un talento versátil e incansable. Se autodeclaraba un mercenario para el que Hollywood suponía "sueldos extremadamente altos, amistades interesantes y ninguna responsabilidad". A pesar de todo eso y como señaló Bertrand Tavernier en su 50 años de cine norteamericano, nadie mejor que Ben Hecht representa a Hollywood, con sus cualidades y sus defectos, sus verdades y sus paradojas.
Tuvo tiempo para escribir su autobiografía titulada pomposamente A child of the century (1954) que Norman Jewison adaptó al cine en la mediocre Los años locos de Chicago (1969).