sábado, 28 de mayo de 2011

Tú y yo y todos los demás (Miranda July, 2005)

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Película revelación en Sundance hace unos años (Gran Premio especial del Jurado), se trata de una obra muy original que desde los parámetros del más libérrimo espíritu indie se adentra en los terrenos de la trillada comedia romántica con una mirada extravagante y muy personal.

Miranda July, su polifacética autora -escribe, dirige y protagoniza- es una videoartista y performer, que también ha producido programas radiofónicos, publica relatos breves y ha dirigido videos musicales. Sus cortometrajes e instalaciones sonoras se han proyectado en los espacios más importantes, entre ellos, el Guggenheim Museum, el MOMA de Nueva York y el Institute of Contemporary Arts de Londres.

Christine (la propia July) es una aspirante a artista multimedia que se gana la vida haciendo de taxista y acompañante de personas mayores. Richard (John Hawkwes, un actor que estaba excelente en la reciente Winter's Bones) trabaja de dependiente en una tienda de zapatos, es un recién divorciado padre de dos hijos de peculiares comportamientos: el pequeño Robby vive un tórrido affaire a través de internet y el mayor se convierte, sin proponérselo, en conejillo de indias sexual de unas vecinitas salidísimas.

Sobre el fondo de un Los Angeles aséptico y desangelado, con sus bloques de apartamentos apiñados como cajas de zapatos y sus calles solitarias,las imágenes de Miranda July nos desvelan con soterrado sentido del humor y ternura hacia sus personajes, los sueños, anhelos e insatisfacciones en una pequeña comunidad. el resultado es una comedia extraña, marciana, en la onda de Punch Drunk Love de Paul-Thomas Anderson. Personajes ensimismados, frágiles, presos de un autismo emocional propio de un Kaurismaki trasladado a la soleada California. Está el film de July traspasado por una pátina de dulce melancolía, en un mundo en el que la alienación y el aislamiento dificultan las relaciones entre las personas.

Al final, la única salida está en aceptarse a uno mismo en su propia individualidad, con su particular extrañeza, sí, somos raros, lo sabemos y lo aceptamos. Pero, es que este mundo ¡es tan extraño!. Y Tú y yo y todos los demás asume su condición de rareza, se acepta distinta y torpe también, a la hora de romper el hielo de la incomunicación ante su posible espectador. Los tiempos de Antonioni quedaron atrás. Todos somos un poco freakies.
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5 comentarios:

TRoyaNa dijo...

Tiene una pinta estupenda,me pongo a buscarla ya,gracias por compartir,
saludos!

C. Pazos dijo...

¡Me la apunto! :)

LU dijo...

La vi esta semana, gracias a esta entrada que le dedicaste y quería pasar por aquí para agradecértelo.

Hay escenas que merecerían unos cuantos párrafos: el paseo por la calle como si fueran ya una pareja de largo recorrido, el niño pequeño cuando queda en el banco del parque.

Se agradece algo fresco, y efectivamente un brindis a la diferencia. Hartos estamos ya de pensar como manada, vivir como rebaño y no poder soñar.

Un beso enorme

Anónimo dijo...

Hola,ultimamente he visto varias veces "Jonas qui aura..." intentando entender la época en que vivimos (como dice el profesor de historia en la peli, los profetas hacen agujeros en el tiempo que permiten entenderlo, hacia alante o hacia atrás).

No consigo encontra Jonas et Lila. Lu, dónde la has visto.

Gracias!

Anónimo dijo...

Hola,ultimamente he visto varias veces "Jonas qui aura..." intentando entender la época en que vivimos (como dice el profesor de historia en la peli, los profetas hacen agujeros en el tiempo que permiten entenderlo, hacia alante o hacia atrás).

No consigo encontra Jonas et Lila. Lu, dónde la has visto.

Gracias!