lunes, 29 de septiembre de 2008

El tercer hombre (Carol Reed, 1949)


Orson Welles: ¡Hola querido amigo! ¿Cómo estás?
Joseph Cotten: Hola, Harry.
O. W.: Vaya, vaya, según me han dicho, la policía te ha estado mareando, ¿eh?
J. C.: Escucha ...
O. W.: Dí.
J. C.: Quiero hablar contigo.
O. W.: ¿Hablar conmigo? Es lógico. Vamos.
Antes los niños solían subir a ésto (una noria). Ahora no tienen dinero, pobrecitos.
J. C.: Escucha Harry, no puedo creer que ...
O. W.: Me alegra volver a verte, Holly.
J. C.: Fui a tu entierro.
O. W.: Estuvo bastante bien ¿verdad?
Sigo padeciendo indigestión, Holly. Lo único que me alivia son estas tabletas. Son las últimas. Ya no se encuentran en ninguna parte.
J. C.: ¿Sabes que le ha pasado a tu novia? La han detenido.
O.W.: Es una verdadera pena. No te preocupes. No le harán nada.
J. C.: La van a entregar a los rusos.
O. W.: Nada puedo hacer. Estoy muerto ¿n0?
J. C.: Puedes ayudarla.
O. W.: Holly, concretamente, ¿a quién has hablado de mí?
J. C.: A la policía.
O. W.: Muy indiscreto, Holly.
J. C.: Y a Anna.
O. W.: Muy indiscreto, ¿crees que la policía te ha creído?
J. C.: No te preocupa Anna en absoluto, ¿eh?
O. W.: Tengo demasiadas preocupaciones.
J. C.: ¿No harás nada por ella?
O. W.: ¿Qué quieres que haga?
J. C.: Podrías encargar a otra persona ...
O. W.: ¿Pretendes que vaya a entregarme a la policía?
J. C.: ¿Por qué no?
O. W.: Es mejor hacer las cosas tal como las he planeadoAsí ellos no ... Holly, tú y yo no somos héroes, en el mundo no quedan héroes.
J. C.: Tienes muchas amistades.
O. W.: Sólo en tus novelas. Tengo que ir con mucho cuidado. Únicamente estoy a salvo en la zona rusa y sólo mientras utilicen mis servicios.
J. C.: ¿Tus servicios?
O. W.: ¡No sé cómo salir de ésto!
J. C.: Ahora comprendo cómo detuvieron a Anna. Tú la denunciaste ¿no es verdad?
O. W.: Deja de portarte como un policía.
J. C.: ¿Qué esperas que sea, parte ... ?
O. W.: ¿Parte de mi negocio? Sí, lo tendrías si no te netrometes en mis asuntos. No he dicho que quiera excluirte.
J. C.: Aún recuerdo aquella ocasión en que la policía nos acorraló en una casa de juego. Yú conocías una salida y huiste sin avisarme.
O. W.: No debías haber contado nada a la policía. No remuevas este asunto.
J. C.: ¿Has visto a algunas de tus víctimas?
O. W.: No me resulta agradable hablar de ésto, ¿víctimas? no seas melodramático. Mira ahí abajo, ¿sentirías compasión por alguno de esos puntitos negros si dejaran de moverse?. Si te ofreciera 20000 dólares por cada puntito que se parara ¿me dirías que me guardase mi dinero o empezarías a calcular los puntitos que eres capaz de parar?. Y libre de impuestos, amigo. Hoy es la única manera de ganar dinero.
J. C.: De muy poco te servirá en la cárcel.
O. W.: La cárcel está en la otra zona. Y no hay pruebas contra mí. Escepto tú.
J. C.: Creo que te sería fácil deshacerte de mí.
O. W.: Desde luego.
J. C.: No te fíes demasiado.
O. W.: Tengo un arma. A nadie se le ocurriría buscar una herida de bala en tu cuerpo
J. C.: Han abierto tu ataud.
O. W.: Y han encontrado a Harwin. Es una pena.
Holly, tú y yo no deberíamos hablarnos así, como si yo pretendiera hacerte algún daño, o tú a mí. Temo que acabas de ver las cosas con claridad. Nadie piensa en términos de seres humanos. Los gobiernos no lo hacen. ¿Por qué ibamos a hacerlo nosotros? Hablan del pueblo, del proletariado. Y no de los tontos y de los peleles que es lo mismo. Ellos tienen sus planes quinquenales, yo también.
J. C.: Antes creías en Dios.
O. W.: Y sigo creyendo en Dios, amigo. En Dios y en la misericordia, pero pienso que los muertos están mejor que nosotros. Para lo que han dejado aquí ... pobres diablos, ¿y tú en qué crees?
Si consigues sacar a anna de esto, pórtate bien con ella. Es una chica muy agradecida. Lástima que no me trajeras unas tabletas para el estómago.
Holly, quisiera que estuvieras conmigo. No tengo a nadie en Viena en quien confiar y somos viejos amigos. Cuando te decidas, avísame y te esperaré en cualquier sitio y a cualquier hora. Pero quiero verte a tí. No a la policía. No lo olvidarás ¿verdad?
No te pongas tan serio, al fin y al cabo no es nada trágico. Recuerda lo que dijo no se quién. En Italia en 30 años de los Borgia no hubo más que terror, guerras, matanzas, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza por el contrario tuvieron 500 años de amor, democracia y paz ¿y cual fue el resultado? El reloj de cuco. Hasta la vista, Holly.

No hay comentarios: