domingo, 26 de abril de 2009

Silvana Mangano.




El mito erótico de Silvana Mangano nace y se alimenta a partir de dos imágenes cargadas de alto voltaje sexual. La primera es la de una joven con los pies sumergidos en el agua de los arrozales, vestida con pantalon corto y medias negras en Arroz amargo (Giuseppe de Santis, 1949). Sus gloriosos muslos de recolectora de arroz encendieron los ánimos de sus coetáneos y la catapultaron hacia el reducido grupo de las sex symbols italianas, las maggioratas entradas en carnes, de sexualidad desbordante y un punto maternal. La segunda imagen de Silvana Mangano es el bayón memorable que se marca en Ana (Alberto Lattuada, 1951), cuando su personaje todavía era una mujer de vida alegre, antes de cometer el fatal desliz de meterse a monja.




Su papel en Arroz amargo le supuso a Silvana Mangano la inclusión en el grupo de actrices italianas cotizadas del momento, por más que esta ocasión le llegara, como ocurre muchas veces, por azar: Al casting llegó una multitud de chicas deseosas de trabajar en el cine, pero no seleccionamos a ninguna. Ni siquiera a Silvana Mangano, que se presentó con el pelo cardado, vestida de manera llamativa y muy maquillada. No la elegí, no la consideré apta. El tiempo pasaba y seguíamos sin actriz principal hasta que un día de lluvia, paseando por Vía Veneto, me encontré en la esquina de un palacio a una muchacha con una rosa en la mano, vestida con simpleza, en absoluto maquillada y con el pelo mojado. Era Silvana Mangano pero completamente distinta. Le hicimos unas pruebas y se convirtió en la protagonista de Arroz amargo. (Giuseppe de Santis)






Nacida en Roma en 1930, hija de un siciliano y una inglesa, fue Miss Roma en 1946 y debutó discretamente en el cine a los 16 años. Casada con el productor Dino de Laurentiis, un hombre mucho mayor que ella, evolucionó desde esa imagen cargada de sexualidad de sus primeras películas a trabajos con grandes directores del cine italiano, y así apareció en Edipo rey (1967) y Teorema (1968), ambas a las órdenes de Pasolini, y con Visconti, en Muerte en Venecia (1970) y Confidencias (1974)

Los años dieron a su belleza reposo, prestancia aristocrática. Afincada en Estados Unidos dejó el cine al cual sólo volvió esporádicamente (Dune, David Lynch (1984); Ojos negros, Nikita Mikhalkov (1987).



4 comentarios:

Bargalloneta dijo...

BUFF!!!
quina dona!!!

Anónimo dijo...

aixo si que era una dona, sobre tot en el bayon

Anónimo dijo...

era muy guapa
mas que la loren
que dios la bendiga

Anónimo dijo...

Bueno, para gustos los colores. A mí siempre me ha gustado muchísimo Silvana, tenía un misterio en el rostro y una sensualidad especial, pero decir que más guapa que la Loren, es mucho decir, ya que Sophia está considerada y aparece en todas las listas como una de las más bellas.