sábado, 7 de marzo de 2009

1984 (Michael Radford, 1984)




Año 1984. El estado de Oceanía Este esta regido por un feroz gobierno totalitario y en lo más alto de la jerarquía se encuentra su líder, "El Gran Hermano". Sus habitantes, miembros todos del Partido Exterior viven bajo rígidas imposiciones y una constante vigilancia a través de omnipresentes pantallas que informan incesantemente sobre las guerras con Eurasia y Estasia, de las normas a cumplir por los ciudadanos o del "sincero" arrepentimiento de algún disidente.
Winston Smith, o mejor dicho 6079 Smith W., trabaja en la Sección de Archivos del Ministerio de la Verdad rectificando determinados datos históricos por otros nuevos que le son enviados desde el poder. Si algo le distingue de sus conciudadanos es su diario en el que escribe sus pensamientos que guarda con mucho cuidado en su sombría casa fuera del control de la gran pantalla. Pero pronto unos encuentros van a cambiar el sentido de su vida. Conoce a Julia con la que comparte la aventura del amor prohibido. Por otro lado traba amistad con O'Brien creyéndole miembro de la disidencia cuando en realidad es un infiltrado dirigente del Partido Interior que gobierna el estado. Julia y Winston tienen un lugar secreto para sus encuentros amorosos, pero son descubiertos revelándose así la verdadera personalidad de O'Brien. Éste será el encargado de torturar a Winston para que renuncie a su indisciplina ideológica y siga los designios del Gran Hermano. A cambio se le ofrece entrar en la habitación 101, el preámbulo de la libertad. Pero ésta no es más que la puerta a la más terrible de las torturas. Finalmente Winston se convierte en un "arrepentido", pero tal vez su inmenso amor logre algún día vencer la pesadilla de su destino ...

A partir de la inquietante premisa ideológica que plantea la novela de George Orwell, Michael Radford se apropia de la ansiedad, el sombrío pesimismo y la sátira política presentes en el relato orwelliano. Se trata pues de una película fiel a su modelo literario que capta de forma bastante precisa la atmósfera existencial que plantea Orwell, cuya puesta en escena huye de la grandilocuencia y la espectacularidad.
Todo el film tiene el aroma de una malsana pesadilla: las calles sombrías y desoladas, los alienantes centros de trabajo, las inhóspitas viviendas en las que no falta la pantalla controladora. "La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza" repite constantemente la consigna del Estado a través de los monitores. En este mundo desesperanzado empeñado en aniquilar al ser humano, Winston y Julia desafían al destino con su amor prohibido. En este punto, 1984 película, se convierte en un relato intimista, en el sueño imposible de dos enamorados y el enfrentamiento final con O'Brien y las terribles torturas físicas y mentales a que será sometido Winston para borrar de su mente cualquier tipo de disidencia.
Michael Radford sabe de la fuerza dramática de la historia y por ello aplica una narrativa sobria y ajustada logrando transmitir con rigor toda la carga de hermetismo y angustia del relato.
Destacar el diseño de producción de Allan Cameron y la fotografía de Roger Deakins que recrean ese mundo futuro desolado, sucio y devastado de los suburbios de Oceanía. Asimismo, no podemos olvidar las extraordinarias interpretaciones de John Hurt y Richard Burton -en su último papel, pues murió al poco de terminar el rodaje- con la perfecta asimilación de sus respectivos personajes, protagonistas antagónicos de esta película trágicamente hermosa.

2 comentarios:

Bargalloneta dijo...

Compte Eloy!!
que el passat dimarts se'm van esborrar tots els comentaris sense jo haver fet res!!
fes una còpia de seguretat per que no se sap si li pot passar algu altre...cosa que no desitjo per res del mon!!!
un petó

leolo dijo...

Jo em vaig espantar al entrar en Parlar una mica ... y trobarme amb allò de : Este blog ha sido eliminado. Almenys no ho has perdut tot. Anim!!!
Seguiré el teu consell de fer una copia, els misteris de la informatica son massa profunds per a mí.
Bona sort i que açó siga un pas enrera y dos endavant.