viernes, 26 de diciembre de 2008

My Blueberry Nights (Wong Kar-Wai, 2007)



Wong Kar-Wai rueda su primer film en los USA y su universo sigue estando ahí. No varía en cuanto a la forma y el contenido. Esta ahí su característico look visual, está esa forma tan maravillosa de utilizar las canciones. El cine es un lenguaje universal y poco importa donde se ruede o en qué idioma, la época o la nacionalidad de los actores, cuando detrás de la cámara hay un cineasta con talento y personalidad, con algo interesante que contar mediante una puesta en escena característica, original y única.

My Blueberry Nights nos habla de las distancias físicas y afectivas que separan a los seres humanos, de la precaria deriva sentimental en la que vivimos, de como nos aferramos, de manera muchas veces inconsciente, a los sentimientos vividos. En una película con muchas palabras esos sentimientos pueden llegar a a expresarse mejor con el gesto, con el silencio o con la mirada. En este relato de corazones rotos y encuentros, de neones y garitos nocturnos, de casinos y bares de carretera, Wong Kar-Wai extiende su paleta de recursos cinematográficos para decirnos algo sobre la fragilidad de los afectos, las heridas del corazón que todas las personas intentamos cicatrizar buscando siempre algo o a alguien, o a veces quedándonos con meros sucedáneos del amor.

El director de Hong-Kong filma a sus personajes de manera esquinada, casi siempre con objetos entre ellos y una cámara inquieta y sensual en su permanente movimiento -p. e. Jeremy y Elizabeth vistos a través de las cristaleras de la cafetería-. Los planos se estrechan sobre los rostros intentando capturar el gesto que delate aquello que no se dice. La imagen ralentizada, marca de la casa, se acompaña de canciones -mucho blues y soul-. Mientras el director buscaba localizaciones por EE.UU. sonaba mucho en su coche el disco de Cat Power "The Greatest", cuyas canciones dice, le ayudaron a concretar la forma de filmar las secuencias en New York. La cantante aporta una preciosa canción que se escucha dos veces en la película, y un pequeño pero intenso papel, el de Katya, un personaje que mantuvo una relación con el de Jude Law, propietario de la cafetería.



La estructura circular del film tiene al personaje de Elizabeth (dulce Norah Jones) como eje vertebrador del relato, quien tras una ruptura amorosa se encuentra con Jeremy (Jude Law, otro corazón partío) en su cafetería, y le hace su confidente. Surge así entre ellos una relación muy especial. Luego este personaje desaparece, pero está presente a través de las cartas que le escribe Elizabeth. Ella llega hasta Memphis para trabajar y allí los papeles se invierten, ahora ella es la camarera y la que observa y trata de acercarse emocionalmente a Arnie (extraordinario David Strathairn) abandonado por su esposa Sue Lynne (Rachel Weisz cuya entrada en el bar de copas está filmada con la misma fuerza y magnetismo que las apariciones por los pasillos de Maggie Cheung en In the Mood for Love). **En esta historia me vino a la mente Paris, Texas, otro relato de derivas afectivas filmada en EE.UU por un cineasta extranjero, el alemán Wim Wenders. Puede que a ello contribuyera el que el dueño del local se llamara Travis, como el personaje de Harry Dean Stanton en la película de Wenders**. Estas dos primeras historias transcurren en Nueva York y en Memphis pero a Wong Kar-Wai no le interesa mostrar los socorridos planos turísticos de calles o lugares. Aquí el paisaje urbano se relega a un absoluto fuera de campo. En el trayecto a Las Vegas sí aparecen los planos de carreteras solitarias, peladas montañas y cielos azules que tantas veces hemos visto en el cine.
La tercera historia con el personaje de Norah Jones trabajando en un casino arranca con la partida de cartas del personaje de Natalie Portman, filmada de manera algo tópica, para abrirse más adelante con el viaje en coche de las dos mujeres -una pequeña road movie- rompiendo así el hasta entonces tono nocturno y cerrado de los escenarios en interiores.
La película empieza en la cafetería de Jeremy en New York y es allí donde termina regresando el relato y con él, el periplo de Elizabeth, para cerrar sobre sí misma estas Blueberry Nights y ofrecer a sus personajes un asidero al que agarrarse una vez cicatrizada la herida.

2 comentarios:

Bargalloneta dijo...

M'agrada la comparació que fas de l'entrada en escena de Rachel Weisz i les aparicions pel passadis de Maggie Cheung, realment sense assemblar-se en res les recorda força.
A mi la pel.lícula em va encantar, no és la obra mestra de In the mood for love però ni perd la força visual ni la història ni les interpretacions, WKW demostra que és igual on rodi i en quin idioma, perquè l'idioma de les mirades i dels gestos són universals.

Champy dijo...

Dí con tu espacio buscando una foto en la red de Katya(Cat Power) para una entrada que preparo, y me gustó lo que viste.

Yo amo a WKW, y acepto mi imparcialidad en todo lo que diga al respecto, mejor, te paso la liga d elo que yo escribí al respecto.

http://champy-decomalaamacondo.blogspot.com/2008/12/decir-adios-cruzar-la-calle.html


Mucho gusto.

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