martes, 17 de noviembre de 2009

Claudia Cardinale.




Sus enigmáticos y profundos ojos negros, sus rasgos cálidos y belleza mediterránea la convirtieron en mito erótico de los 60, pero ella lo supo alternar con interpretaciones de prestigio como en sus tres películas a las órdenes de Lucchino Visconti: Rocco y sus hermanos (1960), El gatopardo (1962) y Confidencias (1974)



Las puertas del cine se abrieron para ella como para otras grandes divas italianas tras un concurso de belleza. Salió de su tierra, Túnez, rumbo a Italia en 1956 sin saber nada de italiano y sin ninguna experiencia como actriz. Pero no se conformó con ser solamente una cara bonita y un cuerpo escultural, y estudió interpretación en el prestigioso Centro Sperimentale di Roma.

En 1958 su papel como la hermana siciliana encerrada en Rufufú, la portentosa comedia de Mario Monicelli, le dió notoriedad pública y dejó bien claras sus bazas: un rostro moreno, racial, un cuerpo turbador y una voz grave. Tras La muchacha de la maleta (Valerio Zurlini,1961) se mantiene en la primera línea del cine italiano. Además de sus trabajos para Lucchino Visconti fue la esencia misma de los sueños de Mastroianni / Fellini en Ocho y medio (1963).







Hoy Claudia Cardinale a sus 71 años conserva una desbordante vitalidad y dice no sentir nostalgia de su pasado. Su próximo proyecto la unirá al director italiano Gianni Amelio en El primer hombre, sobre la vida del escritor francés Albert Camus.