lunes, 23 de noviembre de 2009

La música del azar: "La superbe", Benjamin Biolay.

Leído en el muy recomendable blog hoy puede ser un gran día :

Lo bello y lo triste.

Benjamin Biolay me gusta desde el minuto uno. Desde el principio. Su Rose Kennedy, de un clasicismo tan elegante. Négatif, maravilloso. El divertimento de Home con su ex Chiara Mastrioianni, una delicia. (Saltamos el insulsillo À l'origine). Pero con Trash Yéyé algo pasó. Algo más. Algo que me obligó a arrodillarme. BB tenía otra pinta. Su aspecto cool de niño bien plantado se había mutado en un aire de estar de vuelta, dolorosamente de regreso, tristemente derrotado. Punzante y cegador descreimiento. La pérdida de la inocencia. Ojeras de trasnochador. Mirada perdida. Descuido. Y las letras... BB era otro. Los juegos de palabras de antes, inofensivos y lúdicos, habían dado paso a letras brutales, crudas y sin tregua. Trash Yéyé era una radiografía del amor, del desamor, de la ruptura, del dolor, de la rabia, de lo que queda, de lo que se borra, del abandono, del abandonarse. Desolación en estado puro a pesar de los hermosos intentos de esconderla en melodías azucaradas. Lo escuché obsesivamente durante muchos meses. Bien avant, la primera canción, me sigue pareciendo el texto más implacable que he escuchado jamás sobre cómo y cuánto, a veces, se arruga el amor. Con La Superbe este Benicio del Toro a la francesa suma y sigue. Otra vez letras que sacuden. La falta de fe. Las adicciones y las trampas para superarla. Lo inevitable. Disparos certeros. En el centro del corazón. El peso de la soledad. J'ai cru les gens qui m'entourent qui rêvent de bonheur, mais se foutent éperdument du nôtre. Los días que pasan. El tiempo que se fue. La decepción. Déçu de vous, déçu de nous, je ne crois plus en rien de tout. La culpa. Tout ça me tourmente un peu, mais dès 20h30, oui, dès 20h30, j'ai pas le coeur, je n'ai que ma queue. La belleza de ciertos instantes. Et encore, et encore, caresser tes cheveux. Catástrofes anunciadas. Elle est là, tu la sens et tu sens que tu l'as dans le sang. Rayos de esperanza. Nostalgias que no se curan. El sexo. Prenons le large, prenons le large, ne rentrons pas mon coeur. Destellos. Fatalismo infeccioso. La vida. Quelle est courte, hélas, cette vie déguelasse. No quiero dejar de escuchar 15 août, Padam, Ton Héritage, Si tu suis mon regard, Brandt Rhapsody, L'espoir fait vivre, Prenons le large, Tout ça me tourmente, Reviens mon amour, ni... ni... Obra maestra. 23 canciones que se pasean como quieren por tantos territorios (jazz, pop, chanson, spoken word, electrónica...). A dosificar. Por aquello del síndrome de Stendhal. Hay una tristeza perfecta en este último Biolay. Una melancolía que crea adicción. Música hiperestésica para hiperestésicos. Uno se quiere quedar a vivir en sus canciones. Por la compañía. Por la comodidad. Hay desnudez e indefensión en el que canta. Y ahí estás tú obligado, también, a quedarte desnudo. Indefenso. À poil.A Biolay no le gusta hablar de sus canciones. Normal. Ya lo dicen todo ellas solitas. Se explican tan bien. Te explican tan bien. Se escriben tan bien. Te (d)escriben tan bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amen! Permiteme, sobre todo, agradecerte tus definiciones tan exactas y tan "al corazon" al hablar de lo ultimo del BB. El dolor le regala lo que faltaba - el olvido de ser "tu es beau", aquel descuido mencionado que hizo Van Gogh a Van Gogh. Solo no estoy de acuerdo en una cosa: nada de melodias azucaradas esta vez ni nunca (aparte de "lunademielin" Home, quizas). Sound muy acido, salpimentado, salvaje, matador. Como efecto de la droga en la sangre que tomas para calmar el dolor eternal... Una gran obra. Gran BB.