domingo, 3 de enero de 2010

El día de los tramposos (Joseph L. Mankiewicz, 1970).



El día de los tramposos es una película insólita, además de ser el único western en la filmografía de Mankiewicz. Y lo es en tanto que, los parámetros genéricos se enmascaran aquí bajo la apariencia de un cuento cruel que lleva en su interior una ácida reflexión sobre la condición humana

En las primeras escenas del film, Mankiewicz nos presenta de forma certera a los personajes y el porqué de su encarcelamiento posterior. Cada uno de ellos se define por sus actos. La codicia es la mayor de sus motivaciones. Una vez conocidos los personajes, la acción se traslada a una prisión enmedio de la nada a donde van a parar ese grupo de granujas (bonita palabra, creo que es la 1ª vez en mi vida que la utilizo), y a la que también llega como alcaide repleto de buenas intenciones el antiguo sheriff Lopeman (Henry Fonda)

En El día de los tramposos está siempre presente un tema muy del gusto del director de La huella, el de la superioridad de la inteligencia en cualquier enfrentamiento. Por una parte tenemos a Paris Pittman (Kirk Douglas), el hombre que tiene escondido el fruto de un botín y que sólo piensa en fugarse. Pittman, gracias a su inteligencia, consigue una situación de privilegio en el presidio. De otro lado, el alcaide Lopeman intenta mejorar las condiciones de los presos y reformarles

La película discurre con un ritmo que no decae en ningún momento. El tono es de farsa, ácido y mordaz. El universo que nos presenta Mankiewicz es el de un mundo de seres sin escrúpulos, sin otros valores que el dinero, la codicia, la ambición y la corrupción. Las personas honradas no tienen futuro en este lugar. El personaje principal, Paris Pittman se nos muestra como un truhán simpático con el que el espectador se puede identificar, en parte gracias a la excelente labor de Kirk Douglas. Pero detrás de esa cara siempre sonriente se esconde un ser cínico y desalmado que no duda en aprovecharse de sus compañeros y sacrificarlos en beneficio propio, matando a traición a un cómplice de la fuga con la sonrisa siempre en los labios. El representante de la Ley, el alcaide Lopeman, parece ser el único personaje integro, portador de valores morales positivos, pero en un último giro argumental, un cínico Mankiewicz (y los guionistas, estupendos David Newman y Robert Benton) le hace cruzar al otro lado de la Ley, y de la frontera también, con el botín de Pittman. Como todas y todos sabemos, con una vida honrada no se puede amasar fortuna.

Para finalizar, citar algunos, sólo unos pocos, de los grandes momentos que nos depara la visión de El día de los tramposos (curioso título para el original There Was a Crooked Man):

  • El comienzo de la película, con unos planos nocturnos de caballos con las patas enfundadas en bolsas de tela, para amortiguar el sonido, antes del atraco en casa de Lomax.
  • El momento en que Lopeman toma como posesión como alcaide y visita las celdas de castigo donde Pittman lleva encerrado más de una semana. Al abrir la puerta le observa asombrado bebiendo whisky, bien alimentado, leyendo el periódico, fumando un puro, e invitádole a tomar una copa con la mejor de sus sonrisas.
  • Pittman es atrapado cuando disfruta de los placeres carnales con dos mujeres en un burdel y es descubierto por el recién atracado Lomax, honrado ciudadano y buen padre de familia que disfruta como otras veces de sus aficiones voyeurísticas en el burdel.
  • Un charlatán religioso exhorta acerca de revelaciones divinas a un auditorio embobado,tras haberles sacado unos cuantos dólares. Su compañero "mudo, sordo y sin conocimiento" comienza a lanzar alaridos al apoyar involuntariamente el culo en una estufa
  • El momento en que Hume Cronyn descubre el engaño de Pittman, cuando ya es demasiado tarde, al encontrarse las gafas de éste y darse cuenta de que son cristales nada más, sin graduación.
  • En el final de la película vemos a Lopeman, una vez atravesada la frontera con México con el botín, liarse hábilmente un cigarrillo, cuando anteriormente se nos había mostrado al alcaide incapaz de hacerlo en varias ocasiones.

4 comentarios:

David dijo...

Una muy buena película. De crío me encantó. Y de mayor la disfruté de otra manera. A tus "momentos" añadiría (porque de él se sentía especialmente orgulloso el director) aquel en el que Henry Fonda descubre la pista de Kirk Douglas por la cagada de su caballo. Mankiewicz decía que en los westerns nunca se veía mierda de caballo (ni en los de Ford) , y por eso estaba muy satisfecho de aquel detalle.

kei dijo...

Es una peli muy simpática. Lo del timo en la iglesia lo mejor, todo el final, la musiquilla...

Clementine dijo...

Una película redonda, yo la tengo entre mis favoritas de siempre que reviso una y otra vez. No me canso.
Lo que más rabia me da cuando la vuelvo a ver es, precisamente, conocer la verdadera naturaleza del personaje de Fonda, porque el sorprendente final de esta película es uno de los mejores de la historia del cine, creo.

Unknown dijo...

La verdad ...acabo de descubrir este blog. Y no puedo para de leerlo
El que ame el cine..el autentico cine,le dejara huella.