miércoles, 3 de febrero de 2010
Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988).
Hayao Miyazaki (Tokio, 1941), director, guionista, productor y dibujante, es uno de los más grandes fabuladores de nuestro tiempo. Un creador de un universo personal en el que la imaginación y la capacidad de fantasía son los ejes con los que extrae poesía de ese mundo, bello y extraño a la vez, que es su cine.
Mi vecino Totoro es una magistral incursión en el mundo de la infancia, repleta de elementos autobiográficos. En el Japón de la posguerra dos niñas se trasladan a vivir a una casa en el campo con su padre, mientras su madre enferma, se recupera en un sanatorio cercano. Allí su curiosidad infantil y sus ansias por descubrir les llevan a conocer el universo mágico de los espíritus del bosque.
Miyazaki incide en su vertiente más poética, juntado de manera armoniosa el realismo de las pequeñas cosas cotidianas con un universo paralelo de magia y fantasía desboradante, en un relato de madura y serena profundidad, que fluye con asombrosa naturalidad. En Totoro están ya presentes todas las claves de su cine: la presencia de la naturaleza como fuerza espiritual, la empatía con el mundo infantil, la inspiración en la mitología y las tradiciones niponas y en autores europeos como Lewis Carroll o Julio Verne, lo fantástico como algo consustancial al mundo real, su preferencia por personajes femeninos expuestos a experiencias iniciáticas, una prodigiosa técnica de animación artesanal y el brillante (y desbordante en imaginación) diseño de personajes.
Puesto a escoger una escena de Mi vecino Totoro, una película que se instala con placer en nuestras retinas, me quedo con la de la larga y lluviosa espera nocturna en la parada de autobús. Una secuencia de impecable planificación, con reminiscencias a Hitchcock, de quien Miyazaki es acérrimo admirador. Una escena que está representada en el hermoso cartel de la película.
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4 comentarios:
Adoro a Miyazaki y todo lo que sale del Studio Ghibli... Porco Rosso, Laputa... De Totoro me quedo con los duendes del polvo y con el fantástico Catbus.
Esta es mi preferida de las suyas. A mi hija le encantaba... y sí, el momento que mencionas, o el gatobús al rescate... Una gran película.
Cuando voy a ver una película de Miyazaki me preparo muy despacio, disfrutando de cada momento. Reviso mi mochila y rescato estados de ánimo, sentimientos, emociones. Cuando consigo convencer a mi niñez para que me acompañe, ella trae consigo aquellos rincones de mi misma que cada vez visito con menos frecuencia, mi inocencia, mi capacidad de sorpresa, mi ternura, mi primera mirada... Y a ellos se suman otros rincones más visitados, el dolor, el amor incondicional...
Cuando ya estamos todos, respiro profundamente, planifico un contacto con la naturaleza y retengo el verde y el olor a tierra.
Ya casi estoy preparada, sólo me falta invitar a quien me ha acompañado hasta ese momento.
Apagan las luces y durante una o dos horas formo parte del maravilloso universo de Hayao.
Un petó de màgia.
Odile
Me parece una película maravillosa y muy recomendable para los niños. Mi hija la disfrutó de pequeña y le sigue gustando. A otros niños a los que se la he puesto también se han enganchado con su bonita historia fantástica.
Por cierto, en el cartel de la película que mencionas como tu escena preferida, hay una curiosidad que igual no conoces. La niña del cartel es una mezcla de las dos hermanas protagonistas. Lo puedes leer en la wikipedia: "En la idea original sólo aparecía una niña de 6 años, pero se decidió desdoblar el personaje en dos hermanas. Esto causó algunas confusiones entre los fanáticos, quienes en más de una ocasión se encontraron con imágenes y afiches donde Totoro espera al Gatobús en compañía de una pequeña de seis años."
Comenté esta peli en mi blog de cine, por si quieres leerlo:
http://cdecine.blogspot.com/2009/11/tonari-no-totoro-mi-vecino-totoro-1988.html
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