¿Qué ocurre cuando nuestros padres, que han estado cuidando de nosotros desde que nacemos, no son capaces de cuidarse de sí mismos? The Savages, segunda película de Tamara Jenkins, trata un tema tan incómodo y poco dado a mostrar por el cine, pero tan cercano en nuestra sociedad, que es el de ese momento en la vida en el que los padres enfilan la última recta hacia la muerte, y los hijos se ven enfrentados a la obligación de hacerse cargo de ellos.
Laura Linney y Philipp Seymour Hoffman encarnan a los hermanos Savage. Viven alejados física y emocionalmente, cada uno en su mundo cerrado, incapaces de asumir compromisos y responsabilidades, y eso les hace sentirse vulnerables y desconcertados cuando les llega el momento de tener que ocuparse de un padre que nunca ejerció como tal, y que ahora es poco menos que un viejo indefenso con demencia senil. Jon es profesor universitario de Literatura en la gélida Buffalo y en su tiempo libre escribe un ensayo sobre Bertold Brecht. Wendy tiene esporádicos trabajos en Nueva York y aspira inútilmente a una beca para poder escribir su primera novela. Jon tiene una novia polaca a la que ama, pero no quiere dar el paso de casarse con ella. Wendy tiene un rollo con un hombre casado que no le llena.
La familia Savages es un drama sin concesiones, de ritmo pausado y tono bajo, no exento de una extraña ironía y toques de humor negro: cuando las situaciones son más tensas siempre aparece una nota humorística que nos hace replantear la escena. Asímismo, tras las secuencias más calmadas, llega el momento en el que los protagonistas deben volver a enfrentarse a sus miedos e inseguridades.
La directora y guionista Tamara Jenkins evita cualquier atisbo de sentimentalismo que pudiera hacer más digerible la historia. Un guión sólido, sin momentos álgidos, sólo pequeños retazos de vida, una mirada sin juicios, entre triste y desencantada, a unas vidas que podrían ser las nuestras. Tan importantes, tan protagonistas como los espléndidos diálogos son los silencios y las miradas. Y es que cuando se cuenta con dos actores de la talla de Laura Linney y Philipp Seymour Hoffman, sin duda de los mejores de su generación, todo es mucho más fácil. La cámara de Tamara Jenkins se rinde al talento de estos enormes intérpretes (indispensable ver la V.O.) ante los que el espectador olvida que se trata de actores, vemos personas con sus miserias, sus egoismos, sus debilidades, también sus virtudes. Son personajes muy bien descritos y extraordinariamente interpretados.
1 comentario:
Me gustó mucho,de hecho en mi anterior casa,le dediqué esta entrada:
http://historias-troyanas.blogia.com/2008/121402-la-familia-savages.php
saludos!
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