
Con la extinción de los Albatros, se va una filosofía, una manera de entender y amar el cine, que respetaba a la obra y a su público. El placer de escuchar a los intérpretes hablar en la versión original; la frecuente presencia de directores y actores/actrices que acompañaban a sus películas. Con la desaparición de los Albatros se pierde en Valencia una referencia fundamental para la cultura cinematográfica.
En su primera cartelera podíamos encontrar La Vaquilla y La Rosa Púrpura del Cairo. El día del cierre se proyectaban en los Cines Albatros: Honeymoons, Fish Tank, La nana, Cinco minutos de gloria, El concierto y Un autre homme.
Tiremos de nostalgia cinéfila: recuerdo el descubrimiento de los colores con Kieslowski, me emocionó El lado oscuro del corazón, gocé con Zhang Yimou y sus cuentos chinos, con la sencillez hecha cine en Kiarostami, se me encogió el corazón con Les amants du Pont-Neuf. Y tantos y tantos momentos de gran cine, momentos que se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia, que decía aquel. Y esos bocatas en la cafetería repleta de posters y fotogramas de películas, mientras hablábamos sobre la que acabábamos de ver. Y esos folletos con información sobre las proyecciones en cada sala, recuerdo que los cogía todos.
Ahora, sólo nos quedan los cines Babel, hermano pequeño de los Albatros situado en un enclave más céntrico, como último reducto -esperamos que por muchos años- del "otro" cine y de la V.O. en una ciudad que demuestra una vez más el poco interés que se tiene en defender la cultura, más interesada en grandes fastos y eventos en los que puedan asomar la cabeza para la foto sus mediocres políticos.