sábado, 8 de enero de 2011

Un sin techo, un gafapasta y Jean-Luc Godard.

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Leido en el blog de cine de Roger Morales i Puig, La Llanterna Màgica.
(La traducción del catalán al castellano es mía)
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" Domingo. Inmersos de lleno en las fiestas navideñas. El escenario, los cines Casablanca Kaplan. Unos cines que, por cierto, conservan aun un toque familiar que les hace parecer entre dejados y entrañables. Pero, vaya, éste no es el tema. No. En la cartelera dos películas: Cyrus de Mark Duplass y Film Socialisme de Jean-Luc Godard.
En la cola para comprar las entradas, 6 o 7 personas. Yo voy solo. Hay películas para las cuales no me atrevo a engañar a nadie para que me acompañe. Voy a ver la de Godard. Para que os hagáis una idea, esto es lo más comercial que ha hecho Godard en los últimos años. Mientras espero a que me den la entrada entra en el cine un ser extraño. Un sin techo con tres bolsas de plástico llenas de cosas en cada mano. Y por muy progres que seamos todos los que estamos en la cola, por muy progre que sea ir a ver una película al Casablanca, la reacción es de extrañeza, de incomodidad díría. ¿Qué hace éste aquí?
La cola avanza, cojo la entrada. Cuando llega su turno, el sin techo saca el dinero del bolsillo y coge una entrada. No sé si para ver Cyrus o Film Socialisme. Yo entro en la sala. Comienza la película y me olvido de él.
A mitad de película, mientras pienso que se ha de ser un cinéfilo muy militante para aguantar una película de Godard un domingo de fiestas, un modernogafapasta (yo que más que moderno soy pseudomoderno, aún no he dado el paso de comprarme unas gafas de pasta) no resiste más. Se levanta y abandona la sala. Yo aguanto hasta el final.
Acaba la película. Se ilumina la sala. Yo pienso en el por qué de todo lo que acabo de ver a través de la pantalla, pienso en si seré capaz de digerirlo y de sacar algo en claro. Me levanto. Y a la vez que yo lo hago, unas filas más atrás, se levanta el sin techo con sus bolsas de plástico.
Y no puedo evitar pensar que es increible ver como un sin techo decide gastar alguna de sus monedas en ver una película de Godard. Y no puedo evitar preguntarme qué debe pensar él cuando ve una de las últimas afirmaciones que hace Godard en su film: Cuando la ley no es justa, la justicia ha de pasar por delante de la ley. Y no puedo evitar pensar que si, como dice Angel Quintana, cada vez que Godard estrena una película, todo el cine, de golpe, envejece 20 años, este sin techo, con su gesto, seguramente, hace envejecer toda la sociedad, de golpe, 20 años.
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Roger Morales i Puig
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1 comentario:

LU dijo...

Las apariencias y los prejuicios, qué poderosos son!!

A veces, en el tren que cada mañana me lleva a la ciudad en la que trabajo, observo a mis compañeros de vagón, con sus libros y me pregunto qué leen. Hay gente de todas las edades y gustos. En las salas de unos cines donde voy a menudo, con muy pocos espectadores generalmente y donde las películas no son comerciales, también me resulta muy curioso observar a las personas que allí van. Muchas solas.

¿Y qué pensarán de mi quienes viajan en mi vagón o entran en la misma sala de cine?

Antes, desde mi ventana podía ver a un hombre que vivía debajo de un puente. Rodeado de todo tipo de basuras (sus tesoros), perros y gatos. Pero seguro que su vida no fue siempre así. Me intrigan esas personas, muchas de ellas con un historial de sufrimiento tremendo o una ruptura total o parcial con la realidad.

Me ha encantado esta entrada. Gracias por traducirla y compartirla.

Biquiños