domingo, 3 de abril de 2011

Programa doble: Afganistán Siglo XXI. Osama (Siddik Barmak, 2003) / Kandahar (Mohsen Makhmalbaf, 2001).

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Hablar del cine de Afganistán, es referirse a algo que no existe, a un gran milagro en un país en ruinas. y si un cineasta de esa nacionalidad saca una película adelante, con todas las dificultades y más, ¿de qué va a hablar? Pues del la aterradora realidad de las gentes de sus compatriotas, de su tortuoso día a día. Osama es un estremecedor documento de las durísimas condiciones de vida bajo el régimen talibán. La historia de la niña que se hace pasar por chico para poder trabajar y sacar adelante una familia en la que todo son mujeres porque los hombres han muerto en las continuas guerras que asolan Afganistán en su historia reciente, simboliza el dolor de un pueblo, de todos aquellos que habían perdido sus derechos y su identidad. Osama es un hecho escepcional. Los talibanes acabaron con lo poco que de industria cinematográfica existiera en el país. La película la financió una compañía japonesa (?) y el Estado pagó la reparación de la única cámara de 35 mm. que en ese momento existía en Afganistán. A la niña protagonista -enorme la capacidad expresiva de su rostro- la conoció el director cenando en un restaurante de Kabul cuando le pedía limosna, y quedó cautivado por sus ojos. No sabía leer ni escribir. El resto del casting también eran no-actores, gente de la calle haciendo casi de sí mismos, incluso los talibanes que aparecen en la película son reales. Siddik Barmak postula la reconciliación como única salida para su país, el odio solo produce violencia. Por eso la película comienza con una cita de Mandela que dice: "Perdona, pero no olvides."

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Si Osama es como una película de terror, Kandahar parece ciencia-ficción cuando desde el realismo más descarnado se llega a momentos de absoluta surrealidad (esas piernas ortopédicas cayendo en paracaíadas sobre el desierto). Aquí el protagonismo recae en una mujer afgana que vive en Canadá y que regresa a su país en busca de su hermana, inválida por la mutilación que le causó una mina y de la que ha recibido una carta anunciándole que no soporta más la situación y se suicidará antes del eclipse de sol que precedió a la llegada del siglo XXI. La película sigue el aterrador y enloquecido intento, cual viaje al corazón de las tinieblas, de viaje a Kandahar desde el sur de Afganistán de una mujer atrapada en un burka. Kandahar fue haciéndose a sí misma mientras el clandestino equipo de rodaje iba filmando en condiciones precarias y con el peligro de ser descubiertos. Eso se nota en el resultado final, el film parece avanzar a saltos, funciona sin hilazón, aparece una voz en off bastante inoportuna de la protagonista que pretende sin conseguirlo unificar el relato. El fondo, el mensaje, prima sobre la forma. Los personajes se trabajaban sobre la marcha, atendiendo a las complicadas vicisitudes del proceso de rodaje. Otro ejemplo de cine hecho a la contra. Mohsen Makhmalbaf, cuya productora también participó en la financiación de Osama, reivindica algo tan común en nuestro mundo occidental como el derecho a la propia imagen. En una secuencia visualmente muy bella, la del cartel, aparecen un grupo numeroso de mujeres caminando por el desierto dirigiéndose a una boda. Como no pueden mostrarse a los demás, con la variedad y viveza en los colores de los burkas, quieren demostrar que existen y que cada una es diferente a las demás. . .

1 comentario:

LU dijo...

He visto ambas hace ya bastante tiempo. La que más recuerdo es Osama; esa mirada de la niña

Lo pasé realmente mal. Me pasé toda la película en tensión, por si la descubrían y esperando siempre lo peor.

Terrible realidad, y no sé si habrán cambiado mucho las cosas…

http://tartarugamxica.blogspot.com/2009/06/cielo-de-octubre-osama.html

No puedo olvidar, pero puedo perdonar (Mandela).

Biquiños