lunes, 18 de agosto de 2008

Trece rosas de Francia (II) : JULIETTE BINOCHE (1964 París)




Prototipo de actriz total, entregada en cuerpo y alma en proyectos en los que cree y se involucra hasta el fondo, una mujer que bucea sin cesar en los misterios de sus personajes hasta sacar a la luz su verdad.
Hija de un escultor y una actriz, empieza en el teatro y va entrando poco a poco en el mundo del cine con pequeños papeles, hasta consagrarse como actriz en Francia con el drama Rendez-vous (1985) de André Techiné.
Después comenzaría su relación tanto artística como sentimental con el "enfant terrible" del cine galo Leos Carax, hoy misteriosamente desaparecido en combate. Fue con Malasangre (Mauvais sang) (1986). En 1988 se da a conocer fuera de su país con La insoportable levedad del ser basada en la novela de Milan Kundera, donde interpretaba a Tereza una joven checa que hace caer en las redes del amor a un empedernido mujeriego que trabaja como cirujano en un hospital en los tormentosos días de las Primavera de Praga. Su personaje destaca por esa encantadora ambivalencia inocencia/carnalidad en una película que no acaba de cuajar todo lo que promete.











En 1991 estrena "Les amants de Pont-Neuf", una película que se empezó en 1988, pero que debido a retrasos y problemas derivados en parte de la megalomanía de su realizador Leos Carax, sólo pudo estrenarse 3 años después. Aquí la Binoche es una mujer aquejada de una enfermedad que le produce ceguera y que se sumerge en una relación complicada, una historia de amour fou con un homeless en el marco del Pont-Neuf de Paris cerrado al tráfico por obras. Dos seres marginados que poco a poco van encontrando su lugar en el mundo hasta un final en el Sena a bordo de una barcaza, todo un homenaje a "L'Atalante" de Jean Vigo.











En Herida (1992) de Louis Malle, interpreta a Anna, mujer que mantiene una apasionada relación con el padre de su novio (interpretado por Jeremy Irons), de profesión ministro. La película mantiene el aspecto en principio frío y equilibrado de sus protagonistas, pero va derivando hacia un melodrama de enorme intensidad, dominado por la fatalidad, pleno de pasión furiosa y erotismo descarnado. Juliette Binoche transmite esa ebullición interior sólo con su presencia (su pelo negro corto peinado a lo garçon) y elabora un personaje de esos que no se olvidan.




1993 es el año de Azul, primer eslabón en la trilogía de los colores del polaco Kieslowski. Juliette es Julie, mujer destrozada por la muerte en accidente de tráfico de esposo e hijo, que intenta recomponer su vida. Un rostro que te deja cautivado (es una de las actrices que mejor soportan los primerísimos planos en el cine actual) durante toda la película, una interpretación atemperada, sincera, que nos hace literalmente sentir el personaje. Con Azul empiezan a caer los premios: gana el César a la mejor actriz francesa y la Copa Volpi a la interpretación femenina en el Festival de Venecia.






En esta época queda embarazada y no reaparece hasta 1995 con El húsar en el tejado (Jean-Paul Rappeneau) ambientada en 1860 donde interpreta a una dama en busca de su desaparecido marido en unas tierras asoladas por la peste, con la ayuda de un joven oficial italiano (Olivier Martinez, su pareja entre1994 y 1997)



Muchos directores han contado con Juliette Binoche para expresar el dolor, pero en ella hay mucho más. Hay una ligereza en su sonrisa un tanto infantil que nos desarma, una alegría de vivir que nos contagia. Algo de eso vio en ella Chantal Ackerman al darle el protagonismo junto a William Hurt en la incomprendida comedia Romance en Nueva York.


Pero no sólo está hecha para sufrir el dolor sino también para calmar el sufrimiento como lo vió Anthony Minghella en El paciente inglés (1996) donde interpreta a Hana, una vitalista enfermera que cuida a un misterioso oficial quemado y amnésico.

Con ella gana el Oscar a la mejor actriz secundaria y el Oso de Oro del Festival de Berlín.

En Alice et Martin (1998) drama de André Techiné, es una mujer que trata de recomponer un amor herido, junto al mar. En el drama romántico Les enfants du siècle trabaja con Benoit Magimel, que será su pareja entre 1999 y 2003 y con quien tiene una hija.
Su primera película del siglo XXI es La viuda de Saint-Pierre de Patrice Leconte donde demuestra lo bien que le sientan los trajes de época. Es su primera colaboración con otro grande de la escena francesa, Daniel Auteuil. Emir Kusturica tiene un importante papel como desencadenante de la trama.




Con Michael Haneke a la dirección de Código desconocido (2000) la Binoche comparte protagonismo en esta obra coral, con una decena de personajes, en la que el azar se convierte en motor de la narración. El director austríaco hace uso del plano secuencia como herramienta de análisis de una sociedad, la nuestra, y una época, tan llena de contradicciones e incomunicación.

Vuelve a ser candidata al Oscar, que no gana, con Chocolat (2000) comedia romántica dulce, tirando a empalagosa, del director sueco afincado en Hollywood Lasse Hallström. En 2002 estrena la muy francesa comedia Jet lag y en 2004 In my country de John Boorman sobre los hechos ocurridos tras la llegada al poder de Nelson Mandela en la Sudáfrica de 1995. Repite con Michael Haneke y con Daniel Auteuil en Caché (2005) aunque aquí el misterio Binoche se nos aparece algo diluido.

Vueve a ponerse a las órdenes de Anthony Minghella en Breaking and entering en la que interpreta a una refugiada bosnia en Londres con hijo adolescente que tiene una relación con un arquitecto casado (Jude Law) cuyo despacho ha sido asaltado por el citado hijo.



La última vez que la he visto en la pantalla es en uno de los episodios de Paris je t'aime, dirigido por Nobuhiro Suwa. Es una mujer que despierta en la noche al oir el llanto de su hijo fallecido recientemente. Sale a la calle y llega a la plaza donde perdió la vida. Allí un extraño cowboy (Willem Dafoe) le permite un último momento con su hijo haste desaparecer para siempre.. Este segmento es para mí lo mejor en este irregular film colectivo, ayudado por la emocionante interpretación de Juliette Binoche.
Su última película acabada la ha dirigido en París Hou Hsiao-Hsien. Con el pelo teñido de rubia y narrando un espectáculo de marionetas la Binoche está radiante en Le voyage du ballon rouge. Dice que con Hou ha asumido el riesgo de la libertad. Pero no parece que el riesgo y la libertad le hayan sido nunca ajenos.

martes, 12 de agosto de 2008

Su amor no era sencillo




Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.

(MARIO BENEDETTI)

lunes, 11 de agosto de 2008

Jaipur


En Jaipur

el oasis de los sueños se desvanece

mecido por el viento de antiguas ciudades


En Jaipur

los amantes de la noche y la luz naranja

abrazan el latido de los jardines

y de pájaros bebiendo en piscinas


En Jaipur

no hay pérdidas, ni puntos y a parte

sólo paréntesis de ensueño y caricias de agua


En Jaipur

la noche es roja, es rosa y anaranjada

y percute la música de imaginados desiertos


En Jaipur tuvimos

el gesto distinto

el remolino azulado

el sol displicente

el viento jugando

a ser pájaro

a ser nube


En Jaipur

martes, 5 de agosto de 2008

Cada vez vemos más cine, pero vamos menos al cine

Interesante reflexión leída en:

http://arrebatodecineoriginal.blogspot.com






cada vez vemos más cine, pero vamos menos al cine
La experiencia de ver películas en la pantalla del televisor no es mala en sí misma, a pesar de las numerosas distracciones de la vida moderna. De hecho, resulta mucho más fácil sumergirse en una película cuando uno está solo, cosa que explica el surgimiento de la llamada "cuarta pantalla", que auna los mundos otrora escindidos del cine, la televisión y los ordenadores personales, y está suponiendo una auténtica revolución dentro de la industria del espectáculo. Gracias al descenso de precios de los televisores de alta definición, dotados con tecnología punta en sonido envolvente, la calidad y nitidez de las pantallas caseras es excelente y el sonido suele ser incluso mejor que en el cine, pues no se ve aderezado por el molesto crujir de las palomitas, los sorbos de refrescos, las cotorras que no cierran el pico y los teléfonos móviles._Andrew Bailey en Cinema now (Taschen, 2007)._Cada vez vemos más cine, pero no en el cine. Pero, ¿qué motivos hay para esto?. Suele decirse que el elevado precio de la entrada (pelín exagerado), que la competencia televisiva, la oferta en dvd, tanto en alguiler como en venta, y sobre todo el considerado gran ogro del cine, el bendito internet, al que se acusa de pirateo indiscriminado y todo eso._En internet hay una posibilidad enorme de ver cine sin desembolso alguno, esto es cierto, lo que conviene aclarar es que internet aún es la única posibilidad de ver ciertas cosas que no son accesibles ni pagando. Y también añadir que internet, con sus contenidos gratuitos, públicos o en las redes de persona a persona, en realidad más que robar al cine lo que hace es difundir el cine, a quien perjudica en cualquier caso es a la industria del cine, no olvidemos que en manos normalmente de poderosas compañías que no siempre usan tácticas honestas (recordar los paquetes de películas por estrenar el éxito de la temporada, así sin entrar en todo lo que se podría). Hay quien dice que incluso los contenidos gratuitos acaban beneficiando económicamente a la industria del cine al crear una afición cinéfila que de otra manera no se habría producido, porque realmente el aficionado al cine, en cuanto tiene posibilidad de comprar la película, suele comprarla, atesorarla, suele hacerse coleccionista, puede que la viera gratis pero no la comprará gratis sino a muy buen precio._Sin embargo, hay algo que no suele comentarse sobre el descenso de público en la sala, y durante años he oído en círculos cinéfilos la misma queja, incluso una vez vi un corto muy apropiado... Ir al cine supone, hoy en día, una aventura con el resto de la sala, con la gente que va al cine a estar fresquito o calentito (según la época), por compromiso (y se nota) con la pareja, amigos, con quienes han ido a hacer tiempo, y con quienes además de todo esto, no saben comportarse en un cine, que cada vez son más habituales los cotilleos durante la película, las llamaditas y mensajitos por el móvil (y eso que lo dicen muy claro, móvil apagado), y quien aprovecha para dormirse un rato (hay que rezar para que no ronque, que también puede suceder, a mí me ha ocurrido, y al lado) y todas estas cosas._Pero la culpa de que en el cine no haya un mínimo silencio y respeto ante el momento de la proyección en realidad lo han ido fomentando las propias salas con la venta de palomitas, que supone una gran parte de la recaudación de las salas. Claro, las palomitas son baratas y las venden caras y saladas, así además compras cara el agua o el refresco. Es una maravilla, y encima no tienes derecho a quejarte porque está en su derecho, cuando alguien al lado, delante o detrás se compra un cubo de esos que duran como media película o más, y la película en vez de ser de acción y mucho ruido es sosegada, sin música apenas o basada sobre todo en los matices del sonido. Una maravilla esa mezcla de crujido de palomitas, el ruido de los hielos del refresco, la pajita enmedio de una tierna declaración de amor, un anticlimax total._Por todos estos motivos hay gente muy aficionada al cine que ha desertado de los cines, se esperan a ver las pelis cuando salgan en dvd, o en las taquillas de los canales de pago, o por internet o procuran ir esos días entre semana en los que los cines están más desiertos casi que el desierto, y sólo si la película les atrae mucho._Antes ir al cine era una fiesta, ahora, al precio que va y sin alguien que llame al orden a quienes no se comportan en el cine, es más bien una aventura que no siempre sale bien. Y te vas del cine sintiéndote estafado porque has pagado por ver una película y en realidad has visto lo que has podido, has escuchado lo que te han dejado. Y es molesto estar llamando la atención a nadie, aún es molestar más la proyección. Uno va al cine, no a llamar al orden a gente maleducada (cada vez hay más) por lo que al final, lo que era un hábito de ir al cine, incluso si la película no era del todo atractiva, se va quedando en sólo ir al cine si la película llama mucho muchísimo._Las propias salas han provocado que la gente busque el cine en lugares distintos, y no sólo por el precio. Recuerdo, y no soy tan mayor, la época en la que en el cine había un respeto por la proyección, en gran parte perdido, y aunque la butaca no fuera tan cómoda ni tuviera un lugar para el refresco, se disfrutaba más del cine._Sí, cada vez vemos más cine y vamos menos al cine, es normal, el cine no es el mejor lugar tal y como funciona hoy en día para ver cine porque no hay un sentimiento común en la sala, cada cual va a lo suyo y si molesta al del lado, pues molesta y punto. Y la sala te vende la entrada y punto pelota, no se dedica a expulsar del cine a quien no se comporta, ni llamar al orden. Muchos que íbamos al cine ya no vamos casi por este motivo, porque pagamos una entrada cara para ver en buenas condiciones una película, y esto por lo visto no va incluído en la entrada. Un cine no es un bar, ni la peluquería de la esquina, que yo sepa... pero si en las salas prefieren que el cine sea un sitio para comer palomitas, tomar refrescos y cotillear toda la película mientras se juega con el móvil, ¿de qué se quejan que cada vez va menos gente?. Echan a patadas a los buenos aficionados al cine, incluso a las personas educadas que van al cine, y te cobran una entrada que es de cuidado._El cine en el cine no desaparecerá pero la cultura de ir al cine, el alegre hábito del ir al cine, se ha ido vulgarizando de tal manera que ir a un cine a ver una gran película es el riesgo de vulgarizarla con una proyección irrespetuosa._Yo, no me importa nada decirlo, voy muy poco al cine, poquísimo, sea pagando o sea gratis (que hay proyecciones gratuitas en ciertos lugares) y es por estos motivos, porque como decían en el corto mencionado... "si no les gusta el cine, ¿para qué van?". En el corto, el cinéfilo, harto de que le reventaran películas, se va un día al cine, se coloca una máscara antigas y abre una maleta que suelta un gas... No hay que llegar a tanto, pero creo que bastantes compartimos esa rabia, esa sensación de indefensión y de estafa, de que haya tanta bajeza humana en un lugar destinado a cosas mucho más grandes._Ah, por cierto, las compañías productoras ya difunden gratuitamente o por poco dinero películas enteras, legalmente, en internet. Y es que internet no es el enemigo del cine, seguramente es el futuro del cine junto con la tecnología digital. Pero todos añoraremos ese ir al cine a disfrutar del cine, antes de que la gente prefiriera ir al cine a hacerle caso al móvil, incluso a hablar por teléfono en el cine..._
Publicado por -Sam Ordet_ en 18:18
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viernes, 1 de agosto de 2008

Estamos de férias, os meninos estao contentes


Miedo y asco en Las Vegas



Otro cartel genial para una película de la que no puedo opinar pues no la he visto. Dicho esto, y teniendo a los mandos de la nave a Terry Gilliam, a Johnny Depp y Benicio del Toro en los papeles principales y atendiendo a la ficha argumental (Raoul Duke inicia un viaje -lisérgico y automovilístico- por Estados Unidos acompañado por el doctor Gonzo. En su camino se encuentran con personajes tan extravagantes o más que ellos) sólo puedo decir que estamos ante una obra maestra de cartel cinematográfico ... y si alguien la ha visto (la película) que tire la primera piedra.

Diálogos de cine: El Gran Lebowski.



John Goodman (Walter): - Este dedo no es de ella, Nota ...

Jeff Bridges (Nota): - Entonces, de quién era, Walter.

Walter: - !Y yo qué coño sé.! Lo que sé es que no hay nada que indique ...

Nota: - !Pero ... el esmalte de uñas, Walter!

Walter: - Vale, Nota ... ¿como si no fuera posible coger un esmalte de uñas, aplicarlo al dedo otra persona y ...

Nota: - ¿De otra persona? ¿Cómo cojones van a conseguir un dedo de ... ?

Walter: - ¿Quieres un dedo? Puedo conseguirlo. Créeme. Hay maneras pero es mejor que no las sepas.

Nota: - No me jodas, Walter. Eso es imposible.

Walter: - Yo te consigo un dedo antes de las tres. Con esmalte de uñas. Já ... putos aficionados ... nos mandan un dedo y por eso nos tenemos que cagar de miedo ... Dios Santo.

Nota: - Walter, esos tíos van a matarla y luego van a matarme a mí.

Walter: - Nota ... oye, te dejas llevar por los nervios. Hasta ahora lo que tenemos son, según mi opinión, son una serie de crímenes ...

Nota: - ¿¿Y qué pasa con el dedo??

Walter: - ¡¡¡Olvídate ya del puto dedo!!!