En el extrarradio de Milán una mujer es detenida, por prostituir a su hija, apenas una niña. Ella y su hermano pequeño, acompañados de Antonio (Enrico Lo Verso), un joven carabinieri, inician un largo viaje, de norte a sur por la geografía de Italia, buscando un centro en el que puedan ser alojados. Durante ese trayecto se pasará de la inicial desconfianza mutua a abrirse progresivamente a la comunicación, y con el tiempo, a la comprensión y la amistad. Los 3 personajes se van acercando entre ellos a medida que la cruda realidad los va empujando a separarse.
Il ladro di bambini, irónico título original, supuso en su momento el reconocimiento internacional hacia el cineasta italiano Gianni Amelio, firmante con posterioridad de películas tan interesantes como Lamérica (1994), Las llaves de casa (2004) y La estrella ausente (2006).
Niños robados es una pequeña producción de estilo transparente, rodada de la forma más natural posible buscando la verdad a través de los rostros y las actuaciones de dos niños no-actores y de unos diálogos que eran desarrollados durante el rodaje. Comenta el realizador italiano que nunca hacía más de dos tomas del mismo plano para no perder la naturalidad de los niños. Además para no hacerles conscientes de lo que estaban haciendo, nunca les contó la historia que estaban rodando. Sólo les dió indicaciones sobre como eran sus personajes, sobre sus sufrimientos por la falta de amor y las injusticias del mundo adulto.
El film busca la emoción sincera mediante la simplicidad y la inmediatez, la transparencia y la frescura. Renuncia a una dramaturgia convencional confiando en el poder de la mirada, los silencios, los gestos, para expresar sensaciones y sentimientos, como muestra la magnífica secuencia final: al amanecer, con Antonio el carabinieri durmiendo en el coche y los dos niños de espaldas a la cámara y sentados en un bordillo ... imaginando un nuevo mañana.
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