Vincente Minnelli reinó en el Olimpo hollywoodiense entre los años 50 y 60 tanto en el musical como en el melodrama y la comedia gracias a suntuosas películas filmadas en Cinemascope, un sistema que utilizó con maestría. Una de esas joyas es Mi desconfiada esposa, comedia acerca de lo que por aquel entonces se llamaba la batalla de los sexos, aunque para Minnelli de lo que se trataba era de una confrontación de ambientes, de decorados, finalmente, un choque entre la violencia asociada a lo masculino y la sofisticación inmanente a lo femenino. Como no podía ser de otra manera, Minnelli resuelve el conflicto poniéndose del lado del arte y el refinamiento. En una de las últimas secuencias coreografiada como si fuera un musical, el bailarín a quien los del mundillo del deporte consideran afeminado, acaba con todos los hampones mediante patadas que son a la vez elegantes movimientos de baile.
Gregory Peck es Mike Hagen, un periodista deportivo. Marilla (Lauren Bacall) es una diseñadora de alta costura. Él es un mujeriego, bebedor, jugador de póker, habituado a tratar con boxeadores sonados, hampones y soplones. A ella le gusta la moda, es elegante, sofisticada y se mueve en un selecto círculo de productores, bailarines, críticos y modelos. Ambos se conocen un fin de semana en un hotel de California, se enamoran, se casan y vuelven a Nueva York a iniciar su vida en común. Mi desconfiada esposa relata el choque frontal entre los dos mundos totalmente divergentes de una pareja enamorada. Esta contraposición entre las distintas concepciones de la vida de los dos protagonistas la traslada Minnelli a la pantalla a través del decorado y de los actores secundarios. Cada miembro de la pareja se desenvuelve en un ambiente distinto y Minnelli gusta de definirlos mediante los decorados en los que se mueven y los personajes con los que se relacionan.
En sus casi dos horas de metraje el trepidante ritmo narrativo apenas decae gracias al ingenio visual del director y al excelente reparto, encabezado por un buen Gregory Peck en un papel que hubiera bordado Cary Grant y una Lauren Bacall a la que le resulta fácil hacer de esposa sofisticada y chic, mientras que en el elenco de secundarios destaca un impagable Mickey Saughnessy como el ex boxeador sonado y protector de Mike, que duerme con los ojos abiertos, lo que da lugar a un excelente gag.
Inspirada, brillante, divertida, Mi desconfiada esposa es una muestra del talento de Vincente Minnelli, por su utilización del formato scope, su elegante puesta en escena, la eficaz mecánica de sus gags, su precisa construcción narrativa y por ser una película decididamente encantadora que hace pasar un gran rato a quien decide dedicarle un tiempo de su vida.
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