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Siempre hace buen tiempo es el tercero y ultimo de los musicales que codirigieron Stanley Donen y Gene Kelly haciendo equipo con el productor Arthur Freed y los compositores Betty Comden y Adolphe Green. Junto a Cantando bajo la lluvia y Un día en Nueva York representan una manera de hacer cine que revitalizó el género en los 50. Siempre hace buen tiempo puede verse también como el canto del cisne de ese modelo clásico hollywoodiense de comedia musical. Los tiempos estaban cambiando. Los agitados 60 estaban a la vuelta de la esquina y ya nada volvería a ser como antes. La televisión (a la que la película dedica una secuencia repleta de mordaz crítica) se convertirá en el nuevo becerro de oro que se instalará como uno más de los habitantes del hogar medio americano. Los productores arriesgarán menos y se limitarán a trasladar a la pantalla grande éxitos de Broadway: West Side Story (Robert Wise y Jerome Robbins, 1961), My Fair Lady (Georges Cukor, 1964), Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965), Funny Girl (William Wyler, 1968).
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Concebida como una especie de continuación de Un día en Nueva York, aunque del trío de marines sólo repite Gene Kelly, Siempre hace buen tiempo narra la historia de 3 ex soldados a los que su estancia en Europa durante la guerra les ha hecho amigos inseparables y que al retornar a la vida civil prometen reunirse al cabo de 10 años a rememorar los viejos tiempos. Pero cuando lo hacen, se dan cuenta de que el tiempo les ha cambiado, apenas reconocen a sus viejos colegas y al poco de estar juntos ya no se soportan y solo quieren huir, porque ven en los otros la imagen de su propio fracaso vital.
De la luminosidad e ingenuidad de Un día en Nueva York apenas queda nada en Siempre hace buen tiempo que viene a ser como su reverso amargo y desencantado. Aquí, la mirada sobre el paso del tiempo y sus consecuencias sobre unas relaciones que en su día creyeron ser eternas, es pesimista, por no decir realista.
Todo ello, a ritmo trepidante que no decae un instante, en glorioso cinemascope, con el baile y las canciones introduciéndose armoniosamente en la trama, y utilizándolos como forma de definir y caracterizar a los personajes. El film bascula entre ese tono desengañado y cínico, junto a alegres motivos musicales y gags de comedia, y por debajo de esa apariencia de leve pasatiempos, aparece una ácida crítica de la sociedad norteamericana y su filosofía del éxito.
Entre los momentos a retener tenemos un insólito número musical en un restaurante basado en la voz interior de los personajes, con lo que sabemos lo que realmente piensa cada uno de los otros dos. Otro gran momento es la espectacular coreografía bailada por la gran Cyd Charisse con los boxeadores y entrenadores en el gimnasio Stillman. Hay también un baile por las calles de Gene Kelly en patines que recuerda por du significado y por su planificación el de Singin' in the Rain. Y en el principio, para presentar a los personajes y su camaradería, hay un número extraordinario con un taxi de por medio y un momento mágico de baile con las tapas de los cubos de basura en los pies a modo de claqué.
En la época de su estreno, la película no tuvo una buena agogida por parte del público. Puede que los espectadores esperaran un espectáculo alegre y despreocupado como prometía el título, y luego se vieran reflejados en la mediocridad y las pequeñas miserias de los 3 ex marines, y aquello no les gustó.
El film concluye con un aparente happy end: Kelly y Charisse se quedan juntos y Ted y Angie regresan a sus ciudades tras despedirse quedando en volver a verse, pero el tono oscuro de la fotografía nos parece decir que no siempre hará buen tiempo.
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Siempre hace buen tiempo es el tercero y ultimo de los musicales que codirigieron Stanley Donen y Gene Kelly haciendo equipo con el productor Arthur Freed y los compositores Betty Comden y Adolphe Green. Junto a Cantando bajo la lluvia y Un día en Nueva York representan una manera de hacer cine que revitalizó el género en los 50. Siempre hace buen tiempo puede verse también como el canto del cisne de ese modelo clásico hollywoodiense de comedia musical. Los tiempos estaban cambiando. Los agitados 60 estaban a la vuelta de la esquina y ya nada volvería a ser como antes. La televisión (a la que la película dedica una secuencia repleta de mordaz crítica) se convertirá en el nuevo becerro de oro que se instalará como uno más de los habitantes del hogar medio americano. Los productores arriesgarán menos y se limitarán a trasladar a la pantalla grande éxitos de Broadway: West Side Story (Robert Wise y Jerome Robbins, 1961), My Fair Lady (Georges Cukor, 1964), Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965), Funny Girl (William Wyler, 1968).
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Concebida como una especie de continuación de Un día en Nueva York, aunque del trío de marines sólo repite Gene Kelly, Siempre hace buen tiempo narra la historia de 3 ex soldados a los que su estancia en Europa durante la guerra les ha hecho amigos inseparables y que al retornar a la vida civil prometen reunirse al cabo de 10 años a rememorar los viejos tiempos. Pero cuando lo hacen, se dan cuenta de que el tiempo les ha cambiado, apenas reconocen a sus viejos colegas y al poco de estar juntos ya no se soportan y solo quieren huir, porque ven en los otros la imagen de su propio fracaso vital.
De la luminosidad e ingenuidad de Un día en Nueva York apenas queda nada en Siempre hace buen tiempo que viene a ser como su reverso amargo y desencantado. Aquí, la mirada sobre el paso del tiempo y sus consecuencias sobre unas relaciones que en su día creyeron ser eternas, es pesimista, por no decir realista.
Todo ello, a ritmo trepidante que no decae un instante, en glorioso cinemascope, con el baile y las canciones introduciéndose armoniosamente en la trama, y utilizándolos como forma de definir y caracterizar a los personajes. El film bascula entre ese tono desengañado y cínico, junto a alegres motivos musicales y gags de comedia, y por debajo de esa apariencia de leve pasatiempos, aparece una ácida crítica de la sociedad norteamericana y su filosofía del éxito.
Entre los momentos a retener tenemos un insólito número musical en un restaurante basado en la voz interior de los personajes, con lo que sabemos lo que realmente piensa cada uno de los otros dos. Otro gran momento es la espectacular coreografía bailada por la gran Cyd Charisse con los boxeadores y entrenadores en el gimnasio Stillman. Hay también un baile por las calles de Gene Kelly en patines que recuerda por du significado y por su planificación el de Singin' in the Rain. Y en el principio, para presentar a los personajes y su camaradería, hay un número extraordinario con un taxi de por medio y un momento mágico de baile con las tapas de los cubos de basura en los pies a modo de claqué.
En la época de su estreno, la película no tuvo una buena agogida por parte del público. Puede que los espectadores esperaran un espectáculo alegre y despreocupado como prometía el título, y luego se vieran reflejados en la mediocridad y las pequeñas miserias de los 3 ex marines, y aquello no les gustó.
El film concluye con un aparente happy end: Kelly y Charisse se quedan juntos y Ted y Angie regresan a sus ciudades tras despedirse quedando en volver a verse, pero el tono oscuro de la fotografía nos parece decir que no siempre hará buen tiempo.
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6 comentarios:
Uf, Leolo. Hacía que no veía referencia alguna a esta película. Y sin embargo recuerdo cuando la vi como si fuera ahora. Esa película dio lugar a que ese verano un grupo de colegas que veraneabamos juntos en el mismo lugar, cortaramos un billete de cien pesetas y quedaramos diez años después... Aún recuerdo los sueños que compartimos pensando que sería de nuestra vida diez años después ...
Besos
Me encanta el comentario de Alamut.
¿Qué pasó después de esos diez años? ¿Os reunistéis?
Sobre la peli. A mí me encanta. En un documental sobre la Metro Comden y Green decían que se dieron cuenta de que era el final de los musicales, porque las anteriores se estrenanba en plan lujo y fiesta promocional y esta fue directamente a un autocine como programa doble o algo así.
André Previn que creo que orquestó la banda sonora decía que era una estupenda historia, que hubiera funcionado más como película que como musical.
A mí me encanta... como peli y como musical.
Un saludo.
PD: Y puedes ver bailar a Michael Kidd (que ganó un Oscar honorífico un año antes que Donen. Cosas de jolibú)
Esta es una película que ha quedado eclipsada por Un día en NY y Cantando bajo la lluvia y porque como dice David, era el final de la época de los grandes musicales.
A mí esas historias de reencuentros en la vida real me producen terror. Nunca funcionan. Yo siempre he huido de ellas, prefiero mirar hacia adelante.
Gracias por vuestros estupendos comentarios
La vi hace unos años y si quieres puedes leer mi breve reseña por aqui: http://cdecine.blogspot.com/2007/12/siempre-hace-buen-tiempo-its-always.html
A mi tampoco me gustan esos reencuentros con gente que estuvo en mi vida hace años. Huyo de esas convenciones de antiguos alumnos, amigos perdidos y cosas por el estilo.
Debo decirte, David, que yo no fui a la cita. Obligaciones laborales lo impidieron, eso y desgana. Y ni el destino ni una huída me hicieron acercarme al lugar donde habíamos quedado. Creo que con el tiempo me fui convertiendo en alguien más parecido al autor de este blog.
Saludos
No sabía de la existencia de esta peli de Donen y Gene Kelly. Qué incultura la mía! Me la apunto porque seguro que es buena. Buena entrada, leolo.
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